martes, 11 de septiembre de 2018

Los descacharrantes y locos escenarios de Flug, el Ogro idiota (La Arena de los Dioses)

Aviso: Este escenario busca explorar las posibilidades narrativas de Warhammer y evitar la clásica batalla campal en las que los dos jugadores despliegan sus 1.500 o 2.000 puntos de tropas básicas, especiales y singulares, se pegan y se van a sus casas. Esto no tiene ninguna ambición de competitividad ni de prueba de listas, es puramente narrativo. 
La verdad es que sería genial como escenario final de una campaña con personajes y unidades que han pasado por cosas y han obtenido habilidades especiales y tienen un carácter o personalidad a lo largo de la campaña.
Las reglas son para Warhammer Reforged pero todo se puede adaptar a todo, este escenario podría ser interesante en 40k, por ejemplo.
Yo todavía no lo he probado así que me quito de encima toda responsabilidad si alguna regla no funciona como debería, usad estas reglas solo con objetivos lúdicos y sin moderación.

Flug, el Ogro idiota y fan de los Kiss os presenta este escenario

El coliseo de los Dioses

Los Dioses del Caos son veleidosos y caprichosos y sobre todo les encantan los juegos y las competiciones. Y si estos juegos consisten en derramamientos de sangre y accesos de violencia súbita, mejor que mejor. En el interior del maldito reino del caos hay una arena, tan grandiosa y gigantesca que es capaz de albergar miles y miles de demonios en sus malditas gradas. En la arena han combatido los ejércitos de los dioses desde el inicio de los tiempos y nunca dejarán de luchar hasta que el propio caos colapse sobre sí mismo. En esta arena luchan los Grandes Demonios de los Dioses con el mero objetivo de entretener. Pero, de vez en cuando los Cuatro Hermanos malditos deciden que quieren probar la valía de un mortal o la capacidad de sus hermanos de elegir a un combatiente elegido capaz de vencer a sus enemigos por encima de todo.

El reino del caos es aún más veleidoso y caprichoso que los propios dioses que allí reinan pero en este punto es indulgente. Cada cierto tiempo los Dioses pueden traer a un mortal al Empíreo y nombrarle (Quiera o no) campeón del Dios. En estos combates de campeones los Dioses proporcionan armas, armaduras, equipo e incluso soldados y guerreros que luchen codo con codo con el campeón. Muchos grandes caudillos de los Hombres Bestia, señores del Caos o incluso algunos de los legendarios Ogros Dragón han luchado en esta arena y gracias a ellos los Dioses han podido zanjar disputas o conflictos de siglos, a veces sólo han luchado por mero entretenimiento.

Ocasionalmente, el Ojo de los Dioses se posa sobre simples mortales que no adoran al Caos. Estos son los combates que más deleitan a los Dioses. En esta arena han luchado Elfos, Enanos, Hombres lagarto, Hombres muertos… En el Gran Juego del Mundo Condenado todos los seres vivos son marionetas del Caos, lo sepan o no. Los mortales que no adoran al Caos suelen entrar al Empíreo en la noche de Geheimnisnatch, cuando la usualmente gibosa luna esmeralda brilla malsanamente en el cielo y los demonios campan a sus anchas por el Mundo mortal y los Dioses suelen modificar su mente, trastornándolos y volviéndolos locos.


Los Dioses conceden todos los deseos de los Campeones, los arman y trasforman a los demonios en macabras y siniestras parodias de los nobles y valerosos guerreros con los que lucha codo con codo. Los Campeones están tan locos que no se dan cuenta de que el Gran espadero que lucha a su lado tiene dos brazos de más o que el noble elfo que porta el estandarte de batalla en la guerra y que es su hermano de batalla ahora hecha fuego por los ojos y tiene cola y en el estandarte el noble y orgulloso fénix que volaba al amanecer es un engendro de carne putrefacta que oculta la luna con su repugnante sombra. Aun así, los campeones comandan las tropas demoníacas a la batalla, como hicieran anteriormente en las guerras de su tierra con sus hermanos sin darse cuenta del fuego, de las mutaciones, de que los guerreros que mata se unen alegremente a sus filas momentos después. Y sobre todo, no se da cuenta de que lucha únicamente, para servir de diversión a unos dioses con un sentido del humor bastante negro y un poco cotillas.

Reglas básicas del escenario

Las reglas se han dividido en varios puntos, los recogidos bajo estas líneas serían los básicos y conforme se va bajando van aumentando en una decadente y deliciosa espiral de locura caótica. Recomendamos usar todas las reglas, a lo loco y pasar una tarde divertidísima con personajes ultra poderosos dándose de palos. Si hay alguna regla que no guste eliminadla sin piedad o añadid las vuestras como si fuerais dioses dementes borrachos de poder.

·         Para jugar este escenario debes escoger un héroe de tu lista de ejército. Este héroe es el campeón elegido por los Dioses y no hay limitaciones a la hora de escoger puntos en ese héroe en concreto. Todos los personajes y capitanes de regimiento de la partida tendrán la regla especial Orgullo marcial.

·         Todas las unidades que puedan tener un capitán deberán escoger esa opción obligatoriamente.
·         El recuento de puntos no es el habitual. Se consiguen puntos por unidades destruidas completamente, estandartes capturados y personajes matados. Matar el campeón de una unidad otorga 50 puntos adicionales, matar un personaje de la categoría Héroe otorga 150 puntos, matar un personaje de la categoría Comandante 200.

Todos los personajes muertos por mano del Campeón (mediante Cuerpo a cuerpo, disparo o magia o por una huida) otorgan 100 puntos adicionales. Si uno de los dos campeones mata al otro en un épico duelo singular mientras la batalla arrecia a su alrededor los Dioses concederán 200 puntos de victoria adicionales al vencedor, y si se sienten generosos puede que incluso lo devuelvan a su realidad.

Colocad la escenografía al gusto aunque si hay temática caótica por todas partes, mejor todavía. Recomiendo utilizar las reglas de parajes caóticos del libro del Manual de campo para generales.

Reglas locas

·         Utiliza las reglas de construcción de tu ejército del libro del Caos, escogiendo un Capitán, con su lugarteniente, si quieres y utilizando las unidades básicas como unidades principales y las unidades especiales y singulares como unidades de apoyo. Si quieres puedes incluir hasta un 33% de los puntos de tu hueste en una hueste de otro ejército aliado utilizando la enorme y farragosa tabla de alianzas. Puedes utilizar Hermanos de armas, Aliados de batalla, Circunstanciales o desesperados (al fin y al cabo estás en el Reino del Caos, más desesperado no puedes estar).

·         Todos los personajes (jefes de regimiento, héroes y comandantes) tienen la regla especial EL OJO DE LOS DIOSES. Si el campeón de los Dioses es retirado por un resultado de 11 o de 13, la mirada se posará en el personaje siguiente en poder (usualmente un héroe o un hechicero del ejército), si no queda ningún personaje, la mirada pasará a un campeón de unidad.

·         Las miniaturas de tropa y algunos de los héroes que acompañan al Campeón son burdas imitaciones perpetradas por demonios de las tropas de la misma raza para engañar los sentidos embotados del Campeón elegido: Todas las miniaturas del ejército tienen la regla especial Demonio. (Ten en cuenta que, al estar en el propio Reino del Caos los demonios no deberían ser Inestables pero al perder el combate, pierden la concentración y el disfraz y el héroe deja de percibirlos como aliados con lo cual puedes usar esta regla normalmente) Los personajes pueden unirse a unidades con la regla especial Demonio gracias a ese disfraz.

·         Uno de los Dioses puede apadrinar al héroe, así pues, este portará (a veces a su pesar) la marca del Dios. El campeón y todas las unidades del ejército portan la marca de un Dios del Caos (Mira las reglas para marcas de los Demonios del Caos). Para elegir la marca, uno de los dos jugadores debe elegir uno de los dioses y el rival puede elegir otro o seguir la regla de Animosidad demoníaca
Khorne es rival de Slaanesh, y viceversa; Nurgle es el rival de Tzeentch y viceversa.

Si tu Campeón es el Campeón de Khorne, todo su ejército tendrá su marca y tu rival será elegido por Slaanesh y tendrá su marca. Lo mismo con Nurgle y con Tzeench. Aunque si los jugadores se ponen de acuerdo, pueden elegir otra combinación de dioses.

Puede darse el caso de que una miniatura obtenga una marca de un dios sin que tenga sentido (trasfondístico o no) que la tenga, como por ejemplo, un hechicero con la Marca de Khorne… Decididlo por lógica, de mutuo acuerdo o que hablen los dados mediante una tirada. Es posible que Khorne se sienta magnánimo esta mañana y haya decidido que ese mago pueda redimirse mediante su Sed de Sangre y obligándole a declarar carga a todo objetivo subsceptible de ser cargado… No le pongamos barreras a la imaginación, este escenario trata de esto. Imagínate a tu venerable, noble y sabio Archimago Alto elfo con su báculo dorado y su túnica blanca pura e inmaculada con la marca de Khorne en la frente y lanzándose al combate con expresión maníaca y bañado en sangre con un cuchillo oxidado que ha encontrado en el suelo. Lo divertido viene al imaginarte que ha complacido a Khorne y lo envía de vuelta a la Torre de Hoeth chorreando sangre y acordándose de todo lo que ha hecho delante de sus compañeros elfos.

Un hechicero que no sea adorador de los Dioses Oscuros y luche en este escenario por Khorne y aún tenga la desfachatez de lanzar hechizos sufrirá un impacto automático de F8 cada vez que saque una Fuerza irresistible cuando lance un hechizo, de la misma forma que la regla Furia del Dios de la sangre, de la lista Monomarca de Khorne.

·         Si el campeón es un siervo de los Dioses Oscuros (Un guerrero del libro de ejército del Caos), utiliza las reglas para ejércitos monomarca. La marca del caos del dios elegido es obtenida automáticamente y no es necesario pagar los puntos marcados.

·         Como se ha dicho antes, el Campeón y el resto de personajes son héroes secuestrados del Mundo Real y transportados al Reino de las Pesadillas. Los Dioses del Caos siempre tienen un plan B (a pesar de que el de Khorne es siempre cargar otra vez, pero aún más a lo bestia) lo cual quiere decir que no hay un solo campeón por cada bando, sino que todos los Comandantes, Héroes y Capitanes de unidad son mortales. Si el Campeón muere, el siguiente personaje ocupará su lugar como campeón y así sucesivamente. El orden en el que estos campeones son elegidos depende de su poder así pues, un héroe no podrá ser elegido campeón hasta que no hayan muerto todos los comandantes y un capitán de unidad no podrá ser elegido hasta que no hayan muerto todos los héroes de la partida. Estos campeones otorgan puntos adicionales de la forma descrita más arriba. Si un Personaje mata en duelo singular a un capitán de unidad que ha sido ascendido a campeón, este otorgará 50 puntos adicionales por capitán y 200 por ser un campeón muerto en duelo singular por otro campeón.

·         Si un ejército se queda sin miniaturas a las que ascender a Campeón de los Dioses se pierde la partida automáticamente.

  Si el Elegido de los Dioses es ascendido a Príncipe Demonio quiere decir que los Dioses están contentos con lo que ven y han tenido a bien concederle un gran poder. Aquél jugador que mate al Elegido recién ascendido verá a su comandante ascendido a Príncipe Demonio puesto que no hay nada que más agrade a los Dioses que ver como sus siervos se apuñalan los unos a los otros en busca de su favor. 


Para hacer aún más épica esta partida

·         4 Jugadores, cada uno de ellos toma el rol de un Dios del Caos.

·         El tablero es cuadrado y cada uno despliega en una esquina.

·         En el centro del tablero se sitúa un portal dimensional, esa es la salida del Empíreo al Mundo Real, ansiado por todos los Campeones.

·         El objetivo es que el Campeón, después de haber matado al resto de Campeones de los otros Dioses, atraviese el portal y pueda volver a casa.

·         El portal solo se abrirá si los Dioses están satisfechos. El primer turno el portal está cerrado. Cada turno después del primero se lanza un dado y se compara con el contador. Este contador empieza en 8 y baja un punto cada vez que un Campeón de los Dioses (En este caso, un Héroe, Comandante o Jefe de unidad) muera. Una vez que el contador haya bajado a 4 los Dioses empezarán a estar contentos y puede que quieran abrir el portal. Si la tirada supera el resultado del marcador, el portal se abrirá y el primero que llegue a menos de 5" puede huir e intentar salvarse. Para ello deberá lanzar 1D6, con un 1-2, el campeón se convierte en un Engendro del Caos sin mente y el jugador pierde. Puede poner una miniatura de engendro y molestar al resto de jugadores, si quiere (¿Quién no iba a querer?). Con un resultado de 3 a 4, el jugador se salva y huye. Con un 5 o un 6, el campeón se convierte en un Príncipe Demonio. Siempre hay que tirar en esta tabla aunque el contador esté a cero. Trata este resultado como creas necesario según tu ejército o tus motivaciones. Los Campeones deben haber luchado en un Combate cuerpo a cuerpo o matado a alguien mediante magia o disparo antes de entrar en el portal.

·         Solo puede quedar uno.

Despliegue del escenario, los jugadores se desplegarían en las esquinas en gris y en el centro el portal. Colocad la escenografía como mejor entendáis.


lunes, 3 de septiembre de 2018

Kill Team: Skitarii

Kill Team es el juego de moda que ha salido ahora para Warhammer 40.000. Nunca he jugado a 40k pero creo que es un buen momento para iniciarse aunque sea solamente en un juego de bandas como es este. Todavía no he jugado aunque he leído el reglamento y tiene una pinta interesante. Os presento la banda de Skitarii que he creado para Kill Team con el trasfondo que les he creado.


Los Arqueotecnólogos son un grupo de investigación y de recuperación de tecnología perdida. 

Designación: Cazadores de arqueotecnología
Misión: Infiltración en zonas de guerra con potencial relevante histórico de la humanidad y el espacio.
Divergencia no sancionada: Estudiantes de la historia de la humanidad al servicio de  un grupo de Tecnosacerdotes secreto que busca recopilar y catalogar toda la historia de los planetas conquistados por la humanidad.

El equipo está escogido por los propios Tecnosacerdotes de entre diferentes Mundos Forja con el objetivo de poder introducirse en los peores lugares de la galaxia. El grupo secreto de Tecnosacerdotes tienen una gran influencia dentro de los Mundos Forja y son capaces de "desviar" el mejor equipo para que los miembros del equipo puedan introducirse en los lugares mas antiguos y peligrosos del Imperio.Los Skitarii que lo forman están acostumbrados a infiltrarse en las partes más profundas y antiguas de ciudades colmena con miles de años de antigüedad para estudiar como se produjo su construcción y qué culturas humanas han sido las que las han producido.

Debido a su carácter estudioso de la historia oculta y perdida del Imperio este grupo debe mantenerse en un riguroso secreto y al margen de las miradas de los Inquisidores, es por ello que el único implante cibernetico que afecta al cerebro de los soldados Skitarii es un dispositivo que produce un borrado total del cerebro para evitar que puedan contar qué han visto o cual es su objetivo. Perder uno solo de estos soldados es un duro golpe para el equipo puesto que algunos de los implantes cibernéticos que se les son instalados son una versión menos potente que las que se colocan los propios Tecnosacerdotes para aumentar sus capacidades mentales. 

Más adelante escribiré los trasfondos de los personajes del Kill team, 
  • Incursor Skitarii Alfa (Líder): 11 puntos 
    • Mordecai Starn, Arqueotecnologo jefe de la expedición.
    • Armado con vara táser y pistola de phósforo
  • Incursor Skitarii Municionero: 13 puntos
    • Caliver de plasma
  • Incursor Skitarii Municionero: 10
    • Rifle voltaico
  • Incursor Skitarii: 9 puntos
  • Incursor Skitarii: 9 puntos
  • Explorador Skitarii Municionero: 15 puntos
    • Arcabuz Transuranico
  • Explorador Skitarii 14 puntos
    • Enhanced data-tether
  • Explorador Skitarii: 9 puntos
  • Explorador Skitarii: 9 puntos



domingo, 2 de septiembre de 2018

El Arte de Warhammer, nuevo canal de Youtube

Volvemos a la carga en la Taberna con la programación habitual, dejamos la liguilla en un cliffhanger eterno cuyo desenlace tendréis próximamente aquí mismo. Aun así hoy queremos presentar el proyecto de uno de nuestros compañeros del grupo de Reforged Valencia. El canal se llama El Arte de Warhammer y la intención es hablar de Warhammer (Reforged principalmente, aunque muchas cosas se pueden aplicar a otras ediciones).

El primer vídeo nos enseña su ejército de Elfos oscuros con su espectacular Caldero de sangre hecho a partir de cero y su estrategia de atacar rápido y fuerte.

Sin más, aquí os dejo el vídeo:


martes, 8 de mayo de 2018

5.4. Ejército de Grungtham el sabio (Enanos) VS Los Brutos de Grogo (Ogros)

Jutonhëim siempre había amado las explosiones y las tormentas, tal vez le gustaba el estampido de los cañones porque le recordaba al estruendo de los truenos en las montañas, pero condensando todo ese poder desmesurado en un único y potente instante. Su viejo siempre le había dicho que, con la munición de artillería suficiente, se podía matar hasta a los mismos dioses... Pero creció y maduró lo suficiente como para saber que las cosas no eran tan fáciles, no se podía derrotar a los poderes de la destrucción a cañonazos. Sin embargo, era muy probable que el cascarrabias de su padre, con sus historias, hubiese sido el culpable de que él acabase trabajando como ingeniero de los trenes de artillería de Barak-Varr. Y ahora se encontraba allí, en aquel glorioso día en que los cañones enanos desataban la destrucción sobre los enemigos de su hogar; tal vez no fuesen dioses, pero aquella marea de ogros –grandes como torres– había convertido su carga masiva en una huida hacia delante gracias al incesante martilleo de sus proyectiles del calibre cincuenta y dos. El cañón órgano que tenía a su lado volvió a rugir, con las bocas de acero humeantes y al rojo vivo, mientras hacía aún más densa la humareda blanca que cubría las filas enanas. Jutonhëim aspiró hondo y sonrió, seguro de que a su viejo le habría encantado estar allí.

–¡Me encanta el olor de la pólvora por la mañana! –exclamó mirando a las filas enemigas– Huele... ¡Huele a victoria!

Sus artilleros rieron mientras preparaban la siguiente carga de munición con la que alimentar al cañón mientras, bajo su posición, lo que quedaba de la marea de ogros conseguía chocar contra el duro muro de escudos enanos. El enemigo luchaba con un salvajismo difícilmente igualable, pero no era nada para lo que los enanos no estuviesen preparados. Mientras la sangre y los miembros saltaban de un lado a otro, Jutonhëim vio como una gargantúa salía de su madriguera subterránea y empezaba a despedazar a la dotación del cañón que había junto a ellos. Ordenó girar al órgano hacia la bestia y levantó el brazo, preparado para dar la señal de disparo; tal vez su viejo no tuviese razón, no se podía matar a cañonazos a un dios... pero con la suficiente munición podía reducir a astillas cualquier otra cosa, por muy grande que fuera. 


Autor: Ximo Soler



















jueves, 3 de mayo de 2018

5.3. Finulein Sin Tierra (Altos Elfos) VS Ernuzhk Espadahumeante (Enanos del caos)

Finulein observó las filas y filas de guerreros que luchaban a su lado, las lanzas élficas refulgían con una luz brillante y plateada a pesar del oscuro y lluvioso atardecer. La calma pesaba sobre los silenciosos guerreros elfos mientras esperaban la aparición del enemigo y la tensión era tan palpable que podía masticarse. Solo se escuchaba el repiquetear de la lluvia en los escudos y el rostro gris e imperturbable los elfos se escondían en sombras bajo los yelmos como si estuvieran haciendo frente a la propia lluvia. Finulein se adelantó y escuchó el reporte de unos exploradores que venían con noticias.

-Los enanos sirvientes de los Dioses oscuros se acercan, mi señora. Vienen hacia aquí a través del bosque, avanzan en silencio, marchando en formación y listos para la batalla. Parece que saben que los estamos esperando.- Dijeron los exploradores.

Antes de que Finulein pudiera contestar un estruendoso resplandor rojizo iluminó la tarde. Una llamarada surgió muy por encima de los árboles comenzando un incendio en el espeso bosque frente al que se encontraba desplegado el ejército. La brillante llamarada se reflejó en los ojos de Finulein y vio con terror como formas humanas retorciéndose de dolor en el caótico resplandor. Cuando la llama se extinguió, Finulein dirigió su mirada a la espesura del bosque; entre los árboles vio rugientes llamaradas que lo consumían todo a su paso, y entre las llamaradas vio las metálicas figuras de los enanos del caos, marchando en dirección a la linde del bosque, en silencio, como un solo enano.

Finulein dudó por unos segundos. Nunca antes se había enfrentado al caos en esta forma tan pura. Elfos oscuros, ogros, orcos… Todos aquellos seres eran mortales, seres que vivían y morían como el resto de criaturas de este mundo. Ahora, en esta tierra lejos del hogar, veía cara a cara por primera vez aquello contra lo que su pueblo había luchado durante milenios. La visión del caos es algo terrible hasta para los más fuertes. Un segundo de vacilación, "el último segundo de vacilación de mi vida", pensó Finulein. Desenvainó su espada, que brilló con un tono verdeazulado de satisfacción al entrar en contacto con el agua de la lluvia y ladró con su potente voz de mando a sus tropas que mantuvieran la posición. 

Los enanos salieron del bosque, avanzando de la forma en la que sólo un enano sabe hacer, imparable e impasible, como el movimiento de las montañas, ignorando las flechas que se clavaban en las negras armaduras como si se tratasen de ramitas sin punta. Finulein escuchó un cuerno cruel en flanco izquierdo y vio como unos enormes lobos se abalanzaban sobre sus tropas. No le dio tiempo a lanzar órdenes pero sonrió con orgullo al ver que sus tropas hacían huir en desbandada a esos sucios trasgos sin ayuda. Una llamarada repentina le llamó la atención mientras contemplaba el campo de batalla, tres figuras gigantescas hechas de fuego y hierro habían surgido del incendio del bosque y se dirigían hacia la línea de arqueros élficos. El fuego consumió a los sombríos que intentaron detenerlos y era tan intenso que todo el bosque humeaba con el vapor de la lluvia. Los demonios  ígneos avanzaron, quemándolo todo a su paso hasta llegar a los arqueros, los cuales no dejaron ni un solo momento de disparar flechas.

Con el ojo experto de quien ha comandado a sus tropas en muchas batallas, Finuelin vio las negras tropas de los enanos del caos y a sus jinetes de los Yelmos plateados. Estos estaban trabajando duro, como habían planeado y vio que era el momento. Alzó su espada y sus elfos lo siguieron a la batalla. Frente a la línea enana, una pequeña línea, oculta hasta entonces de asquerosos hobgoblins apareció, disparando sus retorcidos arcos. Finulein y sus guerreros los mataron a todos pero el retraso había sido efectivo. Los Yelmos tuvieron que luchar solos y Ernuhzk había dirigido su humeante espada hacia ellos con cruel satisfacción.

La firme línea elfíca había sido dividida. Los enanos habían conseguido distraer a los elfos con sus demonios infernales y los hobgoblins habían impedido que los elfos cargaran a los enanos. Finulein corría de aquí para allá lanzando órdenes a sus guerreros para recomponer la desperdigada línea cuando la atmósfera se hizo pesada a su alrededor. Cada gota de agua era como una tonelada sobre Finulein. Mover un brazo le era dolorosísimo y sentía todas las articulaciones entumecidas. Un aroma a azufre le invadió y la piel adoptó un tono cobrizo y pétreo Finulein ahogó un grito que no pudo salir de una garganta pétrea.

Una voz burlona susurró en su aterrado oído:
-Esto es lo que te mereces, chiquilla. Por jugar con quien no debías.



Autor: Rafa Doñate


miércoles, 2 de mayo de 2018

5.2. Astrohz el Implacable (Altos Elfos) VS Loz Machotez de Grimgor (Orcos)

La noche era cálida, todos y cada uno de los elfos de la hueste de Astrohz podía sentir cómo la primavera avanzaba con cada día que pasaba. Sin embargo, eran las piras funerarias donde los Asur lloraban a sus muertos las hacían que esa sensación de calor fuese aún más sofocante. La batalla que se había desarrollado al amanecer fue la última gran prueba para los guerreros de Nagarythe, aguerridos como pocos en Ulthuan. Una larga fila de Leones Blancos flanqueaba a la comitiva que se acercaba a la gran torre de madera que dominaba el rito funerario, liderada por el viejo Príncipe Astrohz. Aquella mañana, el comandante se había ganado por completo la lealtad de sus, ya de por sí, fieles soldados. Cada uno de los que en esos momentos se lamentaba por la pérdida de sus compañeros sabía que, de no ser por su líder, la carnicería habría sido mucho mayor. 

Pocos habían esperado encontrar al enemigo con las primeras luces del alba, pero tanto Asur como pieles verdes se habían lanzado unos contra otros con la pasión de dos amantes que vuelven a encontrarse. En aquella y otras campañas, Astrohz y los suyos habían hecho frente a multitud de enemigos, pero pocas veces vieron unas bestias como los orcos negros acorazados que lideraban al contingente orco. La esperanza abandonó las filas de la hueste resplandeciente cuando Grimgor emergió de entre sus guerreros para llevar la muerte y la destrucción a su paso; y sin embargo, cuando los corazones de todos los lanceros se encogían, sintiéndose incapaces de enfrentarse a aquel monstruo, apareció la amada figura del general. Como un faro blanco a punto de ser azotado por la más furiosa de las tempestades, Astrohz se mantuvo firme ante la furia hecha carne. Todos pensaban en aquel duelo cuando el héroe de Nagarythe se acercó hasta la pira funeraria y depositó la antorcha sobre la madera, iniciando el incendio que ardería durante toda la noche. Una brisa fresca sopló desde las montañas hacia el Oeste, las estrellas girarían durante las próximas horas para guiar las almas de los caídos hasta los monolitos que les esperaban en su tierra natal. 

Todos mantuvieron un respetuoso silencio, observando cada uno de los movimientos de su adorado líder, el único que había sido capaz de hacer frente al gran orco negro; luchando contra él casi como si fuese una danza, vertiginosa y mortal, en la que una lluvia de chispas saltaban con el choque de las armas y los golpes contra las protecciones mágicas que rodeaban a los contendientes. Todos habían visto como, contra toda lógica, el piel verde perdía fuelle y el elfo lo arrinconaba. Si quedaba alguna duda sobre ello, tras tantos años a su servicio, cada uno de los veteranos de Astrohz sabía que le seguirán hasta cualquier confín del mundo al que los guiase. Una batalla más. Un funeral más. Una muesca más en el escudo que protegía al mundo de la destrucción. Pocas razas entendían la magnitud del sacrificio que llevaban a cabo los hijos de Asuryan. 

La solemne ceremonia fue interrumpida por un murmullo creciente que se aproximaba a la gran pira, el repiqueteo de los ligeros cascos de un corcel élfico. El mensajero, un Maestro de la Espada de Hoeth, casi saltó de la silla de montar e hincó la rodilla ante Astrohz; le entregó un mensaje y esperó a un lado. El general leyó el mensaje y agradeció al correo su velocidad, el ejército volvería a Tor Tal-Harin al alba. Los muertos ya descansaban, pero los vivos aún tenían una batalla más que ganar. 


Autor: Ximo Soler



martes, 1 de mayo de 2018

5.1. Píncipe Lindir y Cazadores de Úlfgar El Carnicero VS Mercenarios de Samuel Sime y Incursores de Isgaard Mantonocturno.

El sonido del hueso al partirse arrancó una sonrisa cansina a Úlfgar El Carnicero, mientras el pecho de aquel humano se hacía astillas. El Matador estaba empezando a cansarse de aquella campaña, al principio había creído que esa alianza de enemigos supondría un peligro real... lo cierto es que al principio lo había parecido así, pero ahora no se diferenciaba en nada de sacudir elfitos.

–Si, Craneo, ya sé que en parte esta guerra ha consistido en sacudir elfitos, pero me entiendes –dijo mientras bloqueaba una alabarda y partía el arma por el hasta–. Lo que me refiero es que me hago mayor y necesito algo más, creía que aquí podría encontrar una muerte gloriosa, pero me parece que no va a ser así.

A sus pies cayeron dos confundidos humanos más, mutilados en las formas creativas que su humor dictaba aquella mañana. Un mercenario cargaba contra él, espada en ristre, pero Úlfgar desenfundó un cuchillo de caza que llevaba al cinto y lo lanzó contra el atacante, que se desplomó fulminado con un palmo de acero allí donde solo tendría que haber materia gris.

–No lo sé, Cráneo, creo que estoy perdiendo la pasión por mi trabajo. No, no, en serio, lo he meditado, siempre es lo mismo. Llego a un sitio, mato gente o decapito un monstruo y me voy. ¿Y para qué? Nunca encuentro un rival a mi altura.

Dio un puñetazo en la entrepierna a un humano, que cayó de rodillas y sacó una pistola en un desesperado intento por salvar su vida; Úlfgar le arrebató el arma con desgana, le metió el cañón en la boca al pobre infeliz y apretó el gatillo. La nube de sangre, hueso y sesos palpitantes impactó en la cara de otro mercenario, que quedó ciego durante un instante y fue decapitado por uno de los cazadores enanos.

–A veces pienso que no hay nada en el mundo que vaya a sorprenderme... mucho menos que pueda darme la muerta que busco.

Entonces, mientras la infantería enemiga se barría en retirada, Úlfgar miró a lo lejos y vio al Príncipe Lindir y sus caballeros dragoneros, rodeados de enemigos y vendiendo caras sus vidas. Poco a poco, los guerreros de Caledor iban cayendo uno a uno abrumados por su inferioridad numérica, pero todos ellos dispuestos a vender cara su vida con honor. El Matador se quedó un instante contemplando la escena, pensativo.

–Cállate, Cráneo. No. ¿Y tú qué sabes? ¿Ironía? La ironía es para los bardos, yo soy un guerrero. Mira, ¿sabes qué te digo? Qué estás colgado del estandarte de Waldruf, se supone que estás demasiado lejos para que te escuche. ¡Así que silencio!

Úlfgar empuñó su hacha de combate y se encaminó de nuevo a la refriega, jamás pensó que diría aquello, pero tenía que salvar a un elfo que merecía vivir.


Autor: Ximo Soler.






lunes, 30 de abril de 2018

Final fase 4 Contubernio del mal

-Ven, acércate mi pequeña criatura. Infórmame de los avances ¿Por qué la Torre no ha caído todavía? ¿Hay retrasos? ¿Resistencia? ¿Los generales que elegiste no han sido los campeones que esperábamos? Los elegiste personalmente y tú mismo te encargaste de que tuvieran... la motivación necesaria… ¿Acaso nos han traicionado? ¿Acaso… me has traicionado?

Dejó que las palabras cayeran, amenazantes sobre la pequeña criatura que se encogía frente a sus pies. Cuando la misma dejó de temblar y susurrar, una pequeña voz susurró.

-Los Asur y los Dawi han… han unido fuerzas… no esperábamos que fueran tan poderosos…

-¿¡Esos perros!?- La voz reverberó a través de las nieblas gris azulado que los envolvían- ¿No estaban matándose entre ellos al otro lado del mundo?

La pequeña voz tardó un poco más en dejar de temblar y sollozar esta vez.

-Mi señor, eso ocurrió… quiero decir, hace… miles de años de aquello… debería usted recordar…- jadeó la figura.

-¡Silencio gusano! Es cierto… -Reflexionó olvidando a su sirviente- El tiempo de este lugar me deshace la mente. –Pareció dudar unos momentos- Esa guerra está en el pasado, y en mi futuro… - Una ráfaga de dolor cruzó su rostro.- ¡Maldita sea esta prisión! ¡Esclavo!

Entre jadeos entrecortados la figura consiguió articular:
-¿Si, mi señor?

-Háblame, cuéntame quiénes son nuestros generales, dime quién puede ser el que nos está traicionando. ¿Cómo te presentaste ante ellos? ¿Cómo es que te siguieron a ti, una pequeña y horrible criatura a esta campaña catastrófica. ¿Cuántos de ellos conocen nuestra existencia? ¿Cuántos saben… de mí y de mi propósito?

-Maestro, ninguno sabe nada de vos, ni vuestro nombre, como pidió… Salvo… El Dawi Zharr sabe que sirvo a otro… Y dedica plegarias, ritos y sacrificios al Toro de fuego en su honor. Me presenté en el Templo al Gran Tauro y pedí un voluntario para mi señor. Ernuhzk se ofreció voluntario y le entregué una copia del mapa para llegar hasta aquí.

-Sabes que aquí ni debes pronunciar el nombre del Gran Tauro, ni ninguno de los otros… Ves con cuidado gusano, pues ni siquiera fuera de este lugar deberías mancillar sus nombres con tu vil lengua… Así pues el Dawi Zharr parece el más entregado a la causa… Continúa.

-Las elfas brujas me acogieron cuando me presenté como un viajero que venía del norte… Me agasajaron y me trataron como a un rey, fingí quedarme dormido por el dulce veneno que habían echado en mi copa nada más entrar en su templo y dejé que me cortaran el cuello y me robaran el pergamino. Sabía que tarde o temprano informarían a su príncipe del hallazgo y este, ansiando la fama y la fortuna para sí mismo, falsificó la firma del mismísimo Rey Brujo y huyó con su ejército de Naggaroth. Ahora mismo pesa sobre él una condena a serle arrancada el alma del cuerpo. Nadie corre riesgos así si no está convencido de lo que hace. Cree que volver con un tesoro que poner a los pies del Rey Brujo le concederá el perdón y la vida.

-Un Asur avaricioso y traicionero… Lo que me faltaba por ver- Exclamó, burlón la gran voz.

-El rey orco no nos adora, ni nos rinde culto. Esas bestias no adoran más que la fuerza y la violencia. EL mapa cayó en manos de una tribu orca que estaba en el camino del kaudillo más poderoso en nuestros días. Afortunadamente es uno de los pocos kaudillos que sabe leer aunque tenga que seguir las palabras con el dedo y mueva los labios mientras lo hace. La alianza fue más compleja, fue necesario el ogro para ella.

-El Orco nos ha dado victorias, pero hiciste mal en escogerle y te castigué por ello. Su destino es más grande que esto y no nos dará la victoria de buen grado. Es el eslabón frágil de nuestra alianza pero no es el traidor, no conscientemente, al menos.

-El Ogro fue necesario. Lo encontré en las Montañas del Este y me lanzó sus monstruos contra mí. Su tribu lo venera así que tuve que ganarme su confianza y enseñarle secretos… Sabe… Sabe que le sirvo… Pero no le he dicho su nombre… Y sabe que el artefacto es de gran poder. Para que funcionara la alianza conseguí que medio mapa cayera en sus manos por medio de un mercader de la Ruta de la Seda y mediante sueños sugerí que la otra mitad estaba en manos de Grimgor. Nadie ha vencido a la bestia así que el brujo ogro optó por la alianza.

-El brujo ogro sabe mucho, por lo que me estás contando… ¿Lo ha contado al resto de generales? No contestes gusano, no creo que lo haya hecho… Si es inteligente no confiará en ellos… Aunque si lo fuera tampoco debería haber confiado en ti… En fin ¿Y el humano? Los humanos siempre han sido buenos peones en nuestras guerras y sirven gustosamente, lo quieran o no… ¿Esta pequeña marioneta juega bien al juego?

-Durante años le he seguido y he guiado no pocas veces su fortuna, a pesar de eso no me conoce apenas. Tiene cuentas pendientes con uno de los Asur pero su corazón no nos pertenece así que luchará hasta donde el oro llegue.

-Es el que menos nos conoce, eso está bien… ¿Y cómo están ahora?

La pequeña criatura había dejado de temblar mientras hablaba y su voz había tomado un tono firme al hablar de sus logros y su trabajo. La pregunta hizo que los ojos de la gran criatura azulada se fijaron en la pequeña y sintió derretirse ante el poder y el odio que irradiaba desde su plumaje iridescente. Los temblores volvieron.

-El ta- tablero está dispuesto, mi señor… -Se arrodilló- Los ejércitos están desmoralizados pero aún tienen fuerza y poder… Si toman la torre al asalto todavía pueden acabar con la resistencia. Pe-pero en cuanto entren en el asedio perderán nuestro favor y no podremos protegerles. Son guerreros poderosos pe-pero puede que mueran, señor. Lo sabe… Van a a-atacar una vez. Que-queríamos un asedio prolongado y matarlos de hambre… Pe-pero va a tener que ser un ataque total a la torre.

-Bien lo sé, y va a ser sangriento y brutal. Los Dioses nos abandonaron a nuestro destino… Y ese destino está ahora en manos de meros mortales, inconscientes de lo que les aguarda bajo el Velo.


Texto: Rafa Doñate

domingo, 29 de abril de 2018

Final de fase 4 Concilio del Orden

Lieredan hinchó el pecho con orgullo, mientras veía avanzar las columnas de Elfos y Enanos hacia el interior del valle. Si su padre pudiese contemprarles, seguro que se sentiría orgulloso de que formase parte de las falanges de lanceros Asur que ejercían de columna vertebral élfica en aquella campaña. Sin embargo, no estaba segura de qué pensaría si supiese que, a tan solo unos metros de distancia, un férreo grupo de ballesteros enanos marchaban junto a ella. Los tiempos cambiaban, pensó, y muchas cosas también lo harían cuando la Guerra de Tor Tal-Harin –como empezaban a llamarla los soldados– llegase a su fin. Sin embargo, ocurriese lo que ocurriese en el futuro, Leredan siempre podría decir con orgullo que ella estuvo allí, luchando contra enemigos de todos los rincones del mundo, y que su escudo siempre había resistido.

Un grupo de mensajeros a caballo pasó al lado de su unidad, como empujados por la brisa marina, hasta el frente de la columna, donde la Almirante Finulein y su alto mando compartían la caminata de sus soldados. Empezaban a correr muchos rumores sobre ella y el resto de comandantes de la alianza, aunque era difícil diferenciar los que eran verdad de las exageraciones o, también, los que eran pura fantasía. Fuese como fuese, cada noble y cada plebeyo que combatía en aquella inhóspita tierra tenía la seguridad de estar participando en algo grande para Ulthuan, una victoria como la que no se veía desde que los ejércitos del Caos se estrellaron contra los muros de Middenheim... aunque bien es cierto que la hueste no estaba comandada por Teclis y que sus enemigos no estaban a la altura del Señor del Fin de los Tiempos, aunque lo cierto es que no había habido conflictos a gran escala desde entonces. En los últimos trece años, a excepción de sucesos como el último intento fracasado Druchii de invadir Ulthuan, el mundo se había visto envuelto en una extraña calma, como si hubiese necesitado recuperarse de aquella tormenta.

Sin embargo, se rumoreaba que las cavernas que había bajo Tor Tal-Harin contenían un secreto ancestral... de la época en la que los dioses caminaban sobre la Tierra y Aenarion era un joven viajero en un mundo donde no existían el mal ni la corrupción del Caos. Si eso era cierto, ¿qué podrían descubrir? Los adeptos que trabajaban intentando acceder a esos secretos hablaban poco, pero lo hacían, y aquí y allá se habían ido filtrando ideas, noticias y temores: los comandantes habían ordenado apostar una batería fortificada de artillería enana y a los mejores guerreros de los que podían prescindir en la campaña, pues se habían escuchado extraños ruidos al otro lado de la puerta. Si allí dentro había algo hostil iban a estar preparados, aunque debía reconocer que sentía cierto alivio de no haber sido destinada a la guarnición subterránea.

Los cuernos y trompetas sonaron y las huestes respondieron de forma ordenada, llegados a ese punto los diferentes ejércitos se movilizaban en direcciones distintas para encarar a un enemigo que se encontraba disperso por el territorio y desorganizado. Lieredan volvió a sonreír, confiada en lo que le depararía el futuro; el sol brillaba sobre el firmamento, los estandartes ondeaban al viento y la alianza entre Enanos y Altos elfos marchaba a la batalla.

Autor: Ximo Soler


domingo, 15 de abril de 2018

Ronda 4.4 Príncipe Lindir (Altos elfos) y ejército de Grunghtam el sabio (Enanos) VS Machotez de Grimgor (Orcos) y Ernuzhk Espadahumante (Enanos del Caos)

De nuevo, sin saber exactamente cómo ocurría, Ernuzhk contempló con ira cómo la batalla se volvía en su contra. Mientras él y sus guerreros marchaban al combate lo más rápido que podían, tenía que observar con impotencia como ese maldito orco negro se estrellaba contra el enemigo en el flanco derecho, sin esperarle, atacando por su cuenta. Sabía perfectamente que Grimgor le odiaba y que le había sido difícil olvidar su pasado como esclavo en las oscuras minas enanas del Este, pero también era consciente de que era lo suficientemente buen guerrero como saber que era un suicidio lanzarse de esa manera, sin esperarle, contra el muro de lanzas y artillería que sus enemigos habían alzado. Gritó y maldijo, invocando al Padre de la Oscuridad para que hiciese caer su venganza contra aquel piel verde estúpido. Frente a él, el retumbar de los corceles élficos le alertó de que la marea resplandeciente de Caledor se cernía sobre ellos y decidió que, mientras él viviese, ninguno de sus enanos iba a morir por la estupidez de un orco. Dibujó runas en el aire, invocando a los poderes oscuros que viven en las entrañas de la tierra para que les envolviesen con el manto protector de una nube negra; unos minutos después, empujada por un viento fresco del mar, la humareda mágica se dispersó y descubrió una llanura vacía allí donde antes estaban Ernuzhk y sus soldados. Desde algún lugar lejos de allí, el Enano del Caos esperaba que Grimgor muriese en aquel enfrentamiento perdido al que él mismo se había lanzado, aunque intuía que no sería tan fácil deshacerse de aquel incómodo aliado.

Autor: Ximo Soler

Ronda 4.3. Cazadores de Úlfgar el Carnicero (Enanos) VS Mercenarios de Samuel Sime (Mercenarios)

Querida Arianna, lamento no haberte podido escribir antes. Las cosas no van bien, estoy demasiado cansado de esta maldita campaña y de mentir a mis soldados como para engañarte a ti también. Los dos últimos días los he pasado en la cama con fiebres, el médico dice que tengo suerte de seguir con vida, pero no te preocupes porque en estos momentos me encuentro restablecido. Debo confesarte que estoy desesperado, estos malditos perros son impermeables a la disciplina y el sentido común, huyen cuando deberían atacar y luchan cuando lo sensato sería retirarse... y nuestros patronos pierden la paciencia. La hueste con la que empezamos la campaña está absolutamente diezmada, hemos reunido a los supervivientes para defender el territorio en torno a nuestro campamento, a la espera del inminente ataque. 

Si hoy sigo en pie es gracias a Granizo, que me ha sacado con vida de las situaciones más comprometidas. Sin duda, es el soldado en quién más puedo confiar en este momento, ya que si mis hombres no se han amotinado es simplemente por la amenaza que suponen nuestros enemigos. En la última batalla intentamos rodear a un grupo de enanos sin ningún éxito, sus exploradores consiguieron neutralizar a mis arcabuceros y a la balista casi sin esfuerzo, dejándonos sin opciones de victoria. ¡Maldita sea, cada vez que esos malditos enanos y elfos nos disparan una ráfaga, el ejército de delincuentes que gobierno se bate en desbandada! Ojalá tuviesen el mismo valor en el campo de batalla que en las tabernas, donde todos se consideran asesinos y generales de renombre. Sin duda, montaría sobre Granizo y volvería contigo ahora mismo si no fuese porque debo cumplir el contrato firmado con nuestros pagadores, así que me quedaré y lucharé una vez más, pues no me restan hombres para muchos más enfrentamientos. Tan solo espero que la fortuna me siga sonriendo como hasta ahora y las alas de Granizo me mantengan alejado de la muerte. Junto con esta carta te envío todo el oro que he ganado hasta ahora, con él tendrás para subsistir una buena temporada si a mi me ocurriese algo, los mensajeros son personas de confianza a quién ya he recurrido otras veces para misiones especiales. Rezo todas las noches, como me pediste, aunque solo lo hago por ti y por el pequeño Matías, a la gente como a mi solo nos escuchan los dioses de la oscuridad y no quiero tener tratos con ellos. No más de los que he tenido ya en las últimas semanas... a veces me gustaría que los dioses del bien y la luz atendiesen con tanta asiduidad a los mortales como sus enemigos de la oscuridad. Pero ya está bien de divagar, el amanecer se acerca y tengo responsabilidades que atender. 

Nos veremos pronto, amor mío, te lo prometo. Dile a Matías que su padre le llevará un regalo cuando vuelva a casa. Siempre tuyo, desde algún lugar de los Reinos Fronterizos. 

Capitán Samuel Sime. 


Autor: Ximo Soler

4.1 Corsarios de Finulein (Altos elfos) VS Incursores de Isgaard Mantonocturno (Elfos Oscuros)

Arathar cruzó la explanada que había frente a la granja, usando su aura mágica para evitar mojarse con la lluvia que empezaba a caer. A su alrededor, los Asur se apresuraban a levantar un campamento defensivo y a tratar a los heridos; desde el momento en que Finulein había sido derribada el mando de la hueste élfica había recaído en él, algo que le incomodaba. La almirante era una gran estratega tanto en el campo de batalla como en la gestión del ejército sobre el territorio, pero él siempre se había sentido más cómodo entre libros... no tenía madera de militar y mucho menos de líder. Comprobó que los guerreros de Hoeth heridos se encontraban todo lo bien que permitía su situación y, sin perder más el tiempo, abrió la puerta de la granja. En seguida, el olor de la sangre y los gemidos de agonía lo transportaron a la realidad de un hospital de campaña, un mundo que él mismo había conocido en los últimos enfrentamientos y algo que no le deseaba a nadie. Una oleada de rabia le inundó al pensar en los buenos elfos y elfas que había perdido la vida en aquella jornada, gotas irrecuperables en el mar de un pueblo que se secaba; la muerte de cada hijo e hija de Ulthuan era un drama irreparable que Arathar desearía tener el poder de evitar. Por eso tenía tantas esperanzas puestas en los secretos que se ocultaban tras las grandes puertas de la Cámara, deseaba obtener el conocimiento y el poder suficientes para salvar a su pueblo de morir marchitado como una flor en invierno. 

Sobre la mesa más grande de la granja, un médico-hechicero cauterizaba la herida de Finulein que, con el torso completamente descubierto, era sostenida por dos fornidos Yelmos Plateados; aunque, por sus rostros, era evidente que ambos hubiesen preferido estar al frente de una carga suicida. La Almirante se se revolvió durante un momento y, al terminar la cura de emergencia, relajó todos los músculos de su cuerpo, exhausta. Arathar despachó a los presentes y la tapó con su propia capa, a la espera de que recuperase fuerzas. 

–Informe... –puede que el cuerpo de la bastarda de Finubar estuviese débil, pero su mente y su mirada seguían siendo de acero– Dime cuántas bajas. 

–Demasiadas, como siempre. Pero muchas menos de las que temíamos. Un buen número de milicianos y Yelmos Plateados; los Maestros de la Espada que te cubrieron cuando fuiste herida han sido diezmados, pero aquellas guerreras no se detenían a rematar a los heridos, por lo que muchos de ellos volverán a ponerse en pie. Como te he dicho, demasiadas bajas, pero el grueso del ejército ha salido indemne. 

–Gracias a ti... Hoy mucha gente te debemos la vida.

–Los vientos de la magia son caprichosos en estas tierras... creo que el artefacto interfiere en ellos de alguna manera. Hoy hemos tenido suerte. 

–No te menosprecies, amigo, las cosas habrían sido muy distintas si no hubieses acompañado a la flota. ¿Qué sabemos del príncipe oscuro? 

–Nada, tras la huida general de los druchii, los exploradores y los jinetes que aún podían combatir se han lanzado en su persecución, pero todavía no tenemos noticias suyas. Me temo que el enemigo intentará volver a las montañas. 

–Bien hecho, nosotros debemos reunirnos con nuestros aliados para el asalto final. El desgaste empieza a hacer mella en todos, así que es hora de zanjar esto. Me temo que tendrás que asumir el mando durante unos días, hasta que los médicos me dejen hacer algo útil. 

–No te preocupes, me las arreglaré. Comparado con intentar desentrañar los misterios de una puerta arcana protegida por hechizos milenarios, no creo que sea tan difícil dar órdenes a un grupo de soldados. 

Cuando el hechicero salió, le quedó la satisfacción de ver la débil sonrisa que su torpe broma había dejado en el rostro de Finulein. Sin embargo estaba preocupado por ella. Demasiadas heridas, demasiada responsabilidad y, solo había que mirar a su alrededor, demasiada muerte. Únicamente los dioses sabían el peso que caía sobre los hombros de la Almirante, pero por unos días él tomaría el relevo. La necesitaban fuerte, porque la puerta ancestral cada vez estaba más cerca de ser abierta y no dudaba de que sus enemigos tenían intención de morir matando.


Autor: Ximo Soler

4.2. Astrohz el implacable (Altos elfos) VS Los Brutos de Gorgo (Ogros)

Las razas del Viejo Mundo sabían mucho de la guerra, pero de una forma salvaje, brutal y directa; no conocían las artes de la táctica en el modo en que Astrohz la había aprendido luchando en las tierras de Nagaryte, contra los Druchii. Durante varios días, su hueste había seguido al grupo de Ogros por las montañas, esperando el momento propicio de atacar. El buen general debe intentar vencer el combate antes de que se produzca la primera baja, pensó, y eso era lo que él había conseguido en aquel momento. La oscuridad del firmamento les ocultaba y la lluvia impedía que fuesen escuchados, si había algún momento idóneo para el ataque era ese. 

Cayeron sobre el enemigo desde las montañas, en un suspiro la caballería y la falange de lanceros había puesto en fuga al grueso de tropas ogras; convirtiendo la batalla en un auténtico caos donde los Altos Elfos mataban a placer. Sin embargo, mientras el príncipe alzaba su espada para gritar por la victoria, escuchó un sonido en la retaguardia de sus guerreros del cual ya le habían hablado. Giró sobre sus talones y cruzó entre las líneas de armaduras brillantes, dispuesto defender las vidas de los suyos una vez más. Frente a él, una Gargantúa enfurecida había hecho un círculo de muerte y sangre a su alrededor, pero no era nada el que veterano general élfico no pudiese enfrentar. La bestia le encaró e intentó agarrarlo, pero antes de que se diese cuenta el diminuto guerrero ya no se encontraba allí, sino que le hería con su espada clavándola una y otra vez allí donde ella parecía no poder alcanzarlo. La danza de Astrohz se prolongó durante unos segundos, cortando y apuñalando, arrancando sangre y aullidos de su enemigo. La lluvia caía y la escena era observada por un muro de escudos élficos, al resplandor intermitente de la tormenta. De repente, un sonido metálico y un grito sordo y el príncipe voló por los aires con la armadura abollada. De entre las filas Asur escapó un suspiro de miedo y desanimo; sin embargo, Astrohz se levantó con rapidez para recibir un segundo zarpazo, que rasgó su cota de láminas y lo volvió a lanzar a unos metros de distancia. Esta vez, el viejo guerrero tuvo tiempo de incorporarse, dolorido y ensangrentado, dispuesto a acabar con el depredador de las montañas. Cargó. Sus pies chapotearon en el barro con ligereza, porpulsándolo en un larguísimo salto que le puso a espaldas de la Gargantúa mientras su espada mágica describía un amplio arco mortal. Cuando rodó por el suelo la bestia yacía en el suelo decapitada, con los espasmos de su última sorpresa. Se volvió a incorporar y, sin hablar ni mostrar dolor, lideró de nuevo a sus lanceros. Aún había una batalla que ganar. 


Autor: Ximo

domingo, 1 de abril de 2018

Final Fase 3: Contubernio del mal


La enormes hogueras hacías que las sombras del interior de  la tienda bailaran como si fueran demonios frenéticos. Los tambores y los gritos de los orcos zalvajez no ayudaban a relajarse. Pocas veces había estado Samuel Sime en una tienda con unos generales como estos, Grimgor era una montaña de músculos tan grande como el propio ogro y el aura de violencia que transmitía con cada movimiento solo hacía que a Samuel le hiciera padecer un dolor de cabeza justo detrás de los ojos y unas ganas de aporrear a alguien como solo había sentido en plena batalla, como cuando estás con el barro y la sangre hasta los ojos y solo piensas en darle una patada en la cara al soldado que está en el suelo y que tienes que evitar que se levante, porque si no, te dará la patada a ti.

El orco habló:
-¿Zamuel, tú que opinaz?

Samuel volvió de las profundidades de su mente.
-¿Eh? Sí... Esto... Hemos sufrido bajas, la cabrona de Finulein nos pegó muy duro, pero nosotros lo somos más. Por lo que me han contado los exploradores, han tomado presos a muchos de mis soldados. ¡Ja! -Rió de forma amarga- debería haber matado a esa panda de perros... Conozco a los que se llevó y son una panda de hijos de puta que vana hacer la vida imposible a esa elfa. Los escogí personalmente después de un asalto a una fortaleza de los Hombres rata, habían sobrevivido varios meses en las jaulas de las ratas... Que aprovechen las vacaciones que han cogido de los elfos. Cuando los vuelva a coger ¡Van a saber lo que es trabajar!

-Me alegra zaber que tuz chicoz zon chicoz duroz, ¡Pero los chicoz duroz no valen para nada zi eztan con loz elfoz!- Dijo Grimgor dando un puñetazo en la mesa.- ¡Loz cochinoz elfoz noz eztán deztrozando! ¡No eztamos conziguiendo ninguna pozizión! ¡Tenemoz que llegar a eza fortaleza de alguna forma!

-Eso es cierto Grimgor- Intervino Yuggath- El camino que dijo el enano estaba mejor defendido de lo que esperábamos.

-¡Tu cállate Yugazz! ¡Todoz hemoz vizto como te agarrabaz laz faldaz y zalíaz corriendo delante del elfo de loz caballoz! -Gimgor hizo un gesto teatral burlón con las manoz- Dizez Uuuuuuuuh... Y hazez muchaz cozaz con laz manoz y dizez muchaz palabrejaz raraz y la gente muere cuando hazez ezo... ¡Pero no zabez nada de comandar tropaz y de luchar de verdad! Dijizte que el enano aquel de la crezta naranja lo habíaz matado pero me tocó a mí acabar el trabajo.

Samuel Sime sintió un escalofrío en la nuca, en parte por las dos enormes bestias discutiendo delante de él y en parte por la extraña voz susurrante que en un rincón de la tienda dijo:

-El enano del que habláis sigue con vida, está herido de por vida por lo que habéis hecho los dos, pero vive y lucha como siempre.

Una de las sombras de la tienda dejó de bailar al son de los tambores orcos y se hizo más densa, casi material. La sombra habló:

-Me envía mi amo Ernhuzk, el enano no ha conseguido establecer su posición, no tendréis el apoyo por su parte, el elfo que llamáis Isgaard si ha conseguido su plan, su posición es adecuada para el asalto. Decidme y le entregaré la información a los otros generales ¿Habéis conseguido vuestras posiciones? ¿El asalto a la torre es la que planeamos? Contestadme y enviaré las respuestas a mi amo Ernhuzk.

El ogro se acercó a la pequeña y sibilante criatura del caos y le dijo:

-Dile a tu amo que no hemos conseguido las posiciones, el camino estaba defendido, intentamos emboscar a los enanos pero fue una trampa y Lindir nos atrapó y rompió nuestras filas. Finulein también destrozó el flanco oeste con el que Samuel protegía nuestra posición y hemos tenido que huir al norte, necesitamos saber la posición de Ernuzhk y si podemos apoyarnos en él para marchar a la torre. A pesar de eso, creemos que podemos tomar la torre por asalto si cargamos por el camino del sur, no es el plan que habíamos acordado, pero si Isgaard está donde acordamos, quizá el asalto deba ser por ahí.

La criatura asintió, y con una sonrisa malévola contestó:
-Transmitiré la información a mi amo... ¡Ah, por cierto! Vuestros enemigos están a punto de abrir la cámara y de desvelar sus secretos... Están tardando mucho, pues no tienen ni idea de como funciona esa cámara- El demonio pareció complacido por ese dato- Es tan fácil de abrir que hasta uno de vuestros cachorros podría hacerlo... Menos mal que sois vosotros los que contáis con mi ayuda... Espero que podáis conseguir pronto llegar hasta ahí pues como utilicen el Artefacto no podréis contar conmigo...

Y los ojos se fundieron con la sombra y desaparecieron.

-Malditos demonios, son traicioneros y malvados, esta campaña no acabará bien si la dejamos en sus manos - Dijo Samuel Sime. Aunque en su interior pensaba que era una buena forma de transmitir órdenes a sus tropas... si se pudiera eliminar de alguna forma la capacidad que tenían de mentir y de transformar todo lo que dicen a su antojo... Quizá sean útiles.

Autor: Draughleth



Final de fase 3: Concilio del Orden


Ashtroz cabalgaba acompañado de sus oficiales a través de la calle principal del enorme campamento de campaña, ansioso por llegar a la gran tienda en torno a la que se organizaban los ejércitos aliados. Allí donde ponía sus ojos veía cómo la línea invisible que separaba a Asur y a Enanos se iba desvaneciendo, una realidad impuesta por las necesidades de la guerra y que no estaba seguro de si le agradaba. Su padre cayó luchando en la Guerra de la Barba y, pese a que no existía ninguna duda al respecto de su profesionalidad y su sentido del deber, había esperado que aquella alianza hubiese quedado en lo meramente obligatorio. Sin embargo, y que Caledor el Impetuoso les perdonase, ambas razas habían comenzado a relacionarse más allá de lo impuesto por sus oficiales. Con estos pensamientos en la cabeza desmontó frente a la tienda del Alto Mando y se apresuró a pasar entre el nutrido grupo de guardias, un conglomerado imponente de la élite de cada hueste. Sus ojos tardaron un instante en acostumbrarse a la penumbra del recinto, pero aún cuando consiguió ver con claridad no pudo evitar dudar de si lo que contemplaba era cierto: Finulein y Grungthan a un lado estudiando un mapa del territorio, mientras que Lindir (aún con su armadura) y un maltrecho Úlfgar compartían una charla amistosa marinada con vino y cerveza. 

–He venido en cuanto me han comunicado vuestra llegada –fue lo único que acertó a decir ante la confusa escena–, dicen que habéis sufrido una emboscada por el camino. 

–Así es –contestó Lindir con una sonrisa socarrona–, nos atacaron en las colinas del Sur-Este, pero me temo que el combate no acabó como ellos esperaban. 

–Doy gracias a Asuryan, durante unas horas hemos temido por vuestras vidas. 

–Bueno, he de decir que este barbilampiño me ha demostrado que sabe pelear... encima de un caballo –gruñó Úlfgar–. Algo es algo. Menos mal para él que mis enanos han hecho el trabajo sucio para que él y los suyos no tuviesen que mancharse demasiado las manos. 

Si Ashtroz esperaba encontrar algún tipo de menosprecio real en aquellas palabras no lo hizo, más bien al contrario. Algo empezaba a cambiar, aunque no sabía identificar el qué. 

–Y bien –preguntó Lindir–, ¿cuál es el estado de las huestes? 

–Vengo de pasar revista a las tropas y de comprobar el estado de nuestras líneas de suministros. Todo está en orden, ha habido pequeños asaltos a nuestros convoyes de aprovisionamiento, pero nada serio. 

–Tras vuestra llegada, ahora lo que debemos decidir es nuestro siguiente paso. Las patruyas de Lindir dicen que el enemigo se encuentra disperso en estos puntos de aquí –dijo Grunghtam, señalando algunos lugares del mapa–. 

–Los incursores druchii se han reagrupado en una granja de este valle, si soy rápida podré alcanzarles antes de que se marchen. Puede que, si tiento el orgullo de su comandante, sea capaz de forzarles a cometer un error táctico –aportó la elfa. 

–Sea así –repuso Ashtroz–. Yo partiré en busca de los restos de la fuerza de combate que os ha emboscado hoy, si están huyendo a las montañas, como es de esperar, los interceptaré. 

–Úlfgar, tu debes recuperarte. Y no murmures, no voy a admitir discusión respecto a esto –ordenó Grungtham–. Vas a cubrir nuestra retaguardia con tus guerreros, estoy seguro de que alguno de nuestros enemigos intentará flanquearnos en estos valles. En cuanto a mi, saldré en busca de Grimgor, es hora de alguien lo detenga. 

–Muy bien, mis jinetes solo necesitan re-abastecerse y dejar descansar a sus corceles, pero partiremos al amanecer para cazar a todo lo que se ponga en nuestro camino, sea de la raza que sea. 

–Poco más podemos añadir, amigos –dijo Lindir sirviéndose vino y alzando la copa–. Que Asuryan esté con nosotros, si ahora cosechamos victorias claras les obligaremos a retroceder y pondremos a salvo Tor Tal-Harin. No podemos fallar. 

Autor: Ximo Soler.