miércoles, 28 de febrero de 2018

Final de la fase 2: Concilio de la Destrucción

El enano y el elfo se miraron.

El enano hizo un gesto a los guerreros que le acompañaban. Estos, con una reverencia se dieron la vuelta y desaparecieron entre los árboles que los rodeaban. El elfo hizo también un gesto con la mano. Un leve susurro se escuchó entre las hojas de los árboles. En el centro del claro había una pequeña roca sobre un pedestal. No tenía nada relevante, más allá de que se elevaba unos pocos centímetros del suelo y unas extrañas runas brillaban de forma tenue en su superficie.

-¡Saludos mi señor Herrero demoníaco Enruzhk Espadahumeante! –Saludó con teatralidad- ¿Cómo van esas exitosas campañas contra mis odiados hermanos?

-Déjate de tonterías burlonas, principito. Tus tropas han huido como ratas cobardes ante ese viejo marinero de Astrohz.

-¡Al menos plantamos cara al enemigo y matamos elfos! ¿De qué ha servido tu táctica? Lindir sigue marchando dando caza a mis exploradores. –Alzó la voz, gesticulando mientras se movía nervioso por el claro -¡A Grimgor le han destrozado por completo esa tribu de monstruos que tiene por infantería! ¡Del Ogro no sabemos nada! y esos humanos despreciables… ¡Aún querrán más dinero para reponer las bajas, estoy convencido de que nos están estafando!

-Te recuerdo, Isgaard, que soy yo el que está financiando toda esta incursión. Mis amos están descontentos con cómo están saliendo las cosas y tú los conoces bien. Sé los tratos que has hecho con ellos y los esclavos que les has llevado. –Sonrió de forma sombría- Los esclavos humanos no están muy cotizados últimamente deberías saber, y a pesar de que llevaste una buena cantidad, está muriendo en los hornos demasiado rápido. Podemos retirar el apoyo en cualquier momento así que necesitamos que esto salga bien.

-Sabes de sobra, enano, que tengo órdenes dictadas y firmadas por el propio Malekith, que tus enanos retiren el apoyo significará la guerra entre legitimo rey fénix y tus señores oscuros.

-Ese papel no me asusta, ni a mis señores tampoco. –Ladró el enano- Si tu reyezuelo quiere venir a por nosotros ten por seguro que lo estaremos esperando.

El enano y el elfo se miraron, con el odio y el desprecio con el que se miran los enemigos. La tensión duró un instante, los símbolos de la pequeña roca brillaban con tal intensidad que iluminaban todo el claro de forma obscena. Al final, el elfo bajó la mano que había llevado a la espada con gesto de cansancio y suspiró. El enano no se había movido un milímetro, aunque parecía que sus colmillos se habían hecho más grandes mientras mantenía la mirada fija en el elfo. Aun así la tensión se disipó, y la roca dejó de brillar poco a poco.

-Ernuhzk, nos conocemos desde hace años, llevamos casi un siglo comprando y vendiendo esclavos y hasta ahora no habíamos trabajado juntos en una campaña como esta. Nuestros odiados hermanos van a atacarnos y a acosarnos y necesitamos reagruparnos de alguna forma, hay que contraatacar. Están luchando como un bloque unido y por ello nos están machacando. 

El enano cambió su expresión, sus rasgos se suavizaron y sus colmillos parecieron decrecer. Después de unos segundos de meditación el enano dijo:

-Tienes razón. Mis augures me dicen que están reconstruyendo la ciudad de tus antepasados, el ataque vendrá seguramente de allí. Sabemos que hay un paso por el que quizá podamos cogerlos desprevenidos. Pero estamos muy lejos, pues es el paso comienza a unos pocos kilómetros al oeste de la ciudad, y en algunos de ellos bordea los acantilados de la costa. Si reagrupamos a nuestros aliados, quizá podamos tener una oportunidad de atacarles por la retaguardia.

-¡Y entonces el tesoro de Tol Tal-Harin será nuestro!


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