lunes, 19 de febrero de 2018

Ronda 2.4 Príncipe Lindir de Caledor (Altos elfos) VS Ernuhz Espadahumeante (Enanos del Caos)

El Príncipe Lindir evaluó otra vez la situación, totalmente reestablecido de sus heridas el príncipe no quería repetir los fallos anteriores y repasó los planes de la batalla. Atacaría al enemigo con la fuerza y la precisión de un auténtico noble de Caledor. Su hechicero y consejero de confianza entró tambaleante en la tienda, en la batalla anterior algo salió mal y el hechicero había padecido fuertes dolores de cabeza desde entonces y notaba un embotamiento de la magia que le impedía pensar con claridad, a pesar de ello, su deber era luchar junto a Lindir, así que aparentó encontrarse bien y dijo:

-Mi señor, los elfos están listos y su caballo preparado.

Lindir alzó la vista del mapa y contestó:

-Bien, gracias Valandil, apunta el día de hoy, pues la batalla que libraremos y la carga que destruirá a nuestros enemigos va a ser gloriosa, digna de canciones.

Y con paso orgulloso, se puso el yelmo y salió de la tienda.

El mago, dejó escapar un suspiro y se dejó caer en una silla con las manos en las sienes, buscando con la mente los Vientos de la Magia que no sentía.


Un trueno recorrió los valles colindantes haciendo temblar las paredes de roca de los acantilados. Ese trueno surgía de los cascos de la caballería pesada de los elfos. Lindir sonreía con orgullo al ver a sus jinetes, los pendones al viento, la luz de la mañana haciendo relucir la punta de las lanzas. Las flechas y virotes silbando en sus oídos no hacían sino aumentar la furia de los jinetes. Se sentían invencibles, como si las flechas se rompieran cada vez que impactaran en ellos. Se sentían como si fueran la ira de los antiguos dioses élficos encarnada.

Una lluvia de virotes rompió totalmente la fuerza de los Yelmos plateados y las flechas abrían huecos entre las filas de los elfos cada vez que encontraban un hueco en la armadura. El enemigo era una línea de aterrorizados arqueros Hobgoblins de los cuales no se podía saber si tenían mas miedo de los salvajes jinetes de acero y plata que cabalgaban hacia ellos o del amasijo de hierro, humo y azufre que eran sus terroríficos esclavistas enanos del caos. Estos se disponían en grandes unidades detrás de las pantallas que formaban los pieles verdes. Oscuros y amenazantes, prometían una buena carnicería a los odiados elfos.

La línea hobgoblin fue aplastada con salvaje brutalidad, la luz de las lanzas se oscureció y se tintó de rojo oscuro de las despreciables criaturas. La mayor parte de ellas, habían huido y corrían para ser trinchadas sin piedad por sus esclavistas Dawi Zharr. Los elfos alzaban sus armas, aullando la victoria sobre los enemigos cuando unos apestosos goblins salieron de entre los atqueros huidos con dos espadas curvas en cada mano y comenzaron a acuchillar a los príncipes dragoneros. El propio Lindir mató a un par y alzando su desproporcionada espada ogro, dirigió a los caballeros que quedaban en dirección a los enanos. El propio Ernuzhk Espadahumeante estaba frente a él, Lindir podía verle el brillo de los amarillentos colmillos. Alzó la espada en desafío con un gesto burlón, haciendo que el humo dibujara formas extrañas y caóticas alrededor de su rostro.

El caballo se irguió sobre sus patas traseras y Lindir usó la inercia de la caída del caballo y desató un terrible golpe de espada contra el deforme y demoníaco rostro del odioso enano. Este no intentó defenderse. Solo sonreía burlonamente mientras veía como caía la espada y su rostro se convertía en humo. Lindir no veía nada, el humo se le metió en los ojos y cayó del caballo. Este se encabritó y huyó mientras los guerreros elfos gritaban y se buscaban unos a otros, desorientados. Nadie los atacó, los caballos huían despavoridos.

Lindir buscó a los enemigos por el humo, desenvainó la espada y trastabilló al tropezar con un elfo caído en el suelo, no estaba muerto pero estaba buscando a sus compañeros. Lindir comprendió qué había pasado y gritó de frustración mientras su hermoso plan de ataque se desvanecía en pedazos.


A pocos kilómetros de allí, Kharthak Corazóndepiedra oteaba con un telescopio arcaico.

-Mi gran señor Ernuzhk, el plan ha surgido según sus deseos, el engaño ha sido entretejido y los esclavos han actuado como se les ha sido ordenado.

El enano del caos se irguió de la litera con una mueca de dolor en su deformado rostro. Frente a los otros generales de la conspiración había funcionado el engaño de que Ernuzhk estaba en buena forma, pero lo cierto es que la herida de la última batalla había dejado al enano y al resto del ejército en malas condiciones para afrontar una batalla como la que se les había presentado.

-Bien, Kharthak demos gracias a Hashut y esperemos que pronto podamos llevar la muerte y la destrucción a nuestros enemigos. Avisa al sanador, necesito que se me cambien los vendajes por unos nuevos. Y haz que traigan un esclavo sano y fuerte, necesito alimentarme también.



La batalla ha sido reñida y divertida, se ha jugado el escenario Batalla por el paso del Reglamento de Reforged, se ha acabado en el turno 5, justo cuando comenzaba el combate, resultando en un empate a 400 puntos.
Despliegue elfo

Despliegue enano


La carga está a punto




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