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El ritual
Un miembro de la familia Mensis ha aparecido después de nueve años
desaparecido. Lo cierto es que no se le había buscado mucho, pues eran
conocidos sus numerosos vicios y negocios corruptos y la imagen de la noble casa se
había visto gravemente dañada por sus acciones. Bueno, no tanto por sus
acciones (las cuales eran habituales entre los miembros de su familia) sino por
el hecho de que habían salido a la luz y eran de dominio público. La última vez
que se le vio con vida hizo graves declaraciones sobre los dirigentes de la
Eclesiarquía en el subsector en un conocido local de lujuria y disipación y los
rumores apuntaban tanto a que hubiera sido eliminado por un Inquisidor o
silenciado por la propia familia Mensis para que dejara de dar mala imagen.
Nada de ello era cierto, apareció gimiendo con sus últimos esterores y con la
piel totalmente cubierta de runas obscenas y balbuceando incoherencias sobre
algún tipo de ritual. En las profundidades del planeta capital Llúria II, el
hechizo ha tenido efecto pero ha surgido una rivalidad entre un hechicero de
los Mil Hijos y la Hermandad del Acero Óseo, puesto que el ritual ha convertido
a varios de los cultistas mutantes del culto en Tzaangors emplumados y la
venganza por los fieles secuestrados se recrudece en los bajos fondos de la
ciudad.
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El vector
contraataca:
El
virus robado al vector de la Infecciosa Negación ha tenido sus consecuencias.
Los Marines de plaga siguen siendo Marines y han trabajado muy duro
investigando el origen del robo de tan precioso material genético. La irrupción
de los Marines en la base en la que estaban estudiando el virus coge por
sorpresa a los Mechatiránidos que sacan a relucir algunas de su bioarmas
secretas que estaban desarrollando. Desgraciadamente, los marines han hecho
bien su trabajo y el ataque es directo y abrumador. Apenas tienen tiempo los
bioingenieros mutantes de enviar unos pocos datos recabados a las demás bases
ocultas. Los marines de plaga recuperan las muestras del virus y las destruyen
para que nadie pueda tener acceso a esta información.
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Respuesta
a la llamada
El guerrero Lythronax interrumpió la señal de una torre de comunicaciones mientras el baño de sangre rugía a su alrededor en el planeta Doy I. Aun así, a pesar de los esfuerzos de la Legio Devónica la señal llegó a salir del Subsector y ha sido recibido. Marines espaciales de diversos capítulos están llegando y están atravesando la tormenta disforme que lo rodea de formas arriesgadas. El hermano Mologhai, un Eliminador primaris consiguió aterrizar en uno de los planetas abandonados cercanos al borde del Halo. Caminando por entre las sombras de un manufactorum abandonado en la cara oscura del planeta Fórigol descubrieron unas señales de actividad energética que no se correspondían a ninguna actividad humana. El comando se desplegó en completo silencio oculto por entre las vigas de acero y la maquinaria oxidada observando pequeños y rápidos movimientos silenciosos entre la oscuridad. El enemigo estaba ocultándose.
Un rayo verde
brillante surgió en la oscuridad con un ruido que sonó atronador en el silencio
de la fábrica, impactando en el Eliminador e hiriéndole en el hombro. Apretando
los dientes, Mologhai disparó en el lugar donde venía el rayo. Un ruido
metálico le hizo pensar que había acertado en el blanco aunque era difícil saber.
Las comunicaciones funcionaban entrecortadas y pronto se escucharon más ruidos
mecánicos. El sargento Primaris que lo acompañaba intentó reagrupar a sus
hombres pero una decena de láseres fulgurantes se dispararon hacia los lugares donde se estaba desplegando el comando de intercesores. Mologhai calmó sus nervios con
un pensamiento, sus sentidos augmenticos le dijeron cuál era el origen de uno de los láseres. Alzó su rifle
bólter de francotirador y apuntó a la figura oscura cuando, con un estruendo
metálico, se descolgó de las alturas una forma humanoide a escasos pasos de donde estaban los Marines.
La
figura era metálica aunque era difícil apreciar debido a la pintura
descascarillada que cubría su cuerpo. Armado con un armamento arcaico pero de
aspecto letal apartó de un empujón al Sargento que lo derribó de la plataforma
y se acercó al Eliminador que giraba su rifle hacia la figura. En un latido de corazón, el Primaris se golpeaba contra el suelo metálico, muerto. El resto del comando estaba retrocediendo,
sin poder ver la trampa hacia la que estaban siendo dirigidos. La figura mecánica, indiferente a la masacre que rugía a su alrededor, se agachó junto al
Eliminador Primaris y, mecánicamente, decidió por dónde empezaba a
comer.
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