lunes, 16 de octubre de 2017

Los Ejércitos de Xuthal del Crepúsculo (I)

La ciudad perdida de las Bestias, así es como llaman a la ciudad de Xuthal. Durante muchos milenios la ciudad construida por los Ancestrales permaneció muda a las señales enviadas por otros Slann, los cuales creyeron que había caído bajo los embates de los demonios del Caos que habían surgido del cataclismo desatado por la caída de los Portales de los polos.

Después de la destrucción causada por los Demonios del Caos, la tarea de reconstruir la ciudad recayó en los hombros de Tekeli-li, aún Guardián Eterno de la ciudad templo.

Este organizó los eslizones y los saurios de la ciudad y mientras los Slann meditaban en silencio, decidió cerrar todas las comunicaciones con el resto de ciudades templo. El saurio decidió dividir los anteriormente enormes ejércitos que se componían de millares de efectivos en pequeños ejércitos más pequeños, con una cierta autonomía pero con comunicación entre ellos.

Los Chamanes eslizón realizaron un ritual por el cual Xuthal fue ocultada en las profundidades de la selva. Un espejismo encerraba la visión de la misma y podías estar a diez pasos de un bullicioso mercado saurio y solamente ver la impenetrable selva esmeralda.

Poco a poco, con el paso de los siglos, los desoves fueron apareciendo y las aguas de la vida llenaron los huecos que dejaron las crueles espadas y garras demoníacas. Bajo la atenta mirada de Tekeli-li, la ciudad volvía a crecer, como una herida bajo un vendaje, lentamente pero sin detenerse.



Esto es una idea para profundizar en el trasfondo de mi ejército saurio. La división de Unidades básicas, especiales y singulares está muy bien cara el sistema de juego, pero si yo tuviera que explicar el ejército saurio así es como lo organizaría. Voy a dividir este artículo en varios para que no quede excesivamente largo.
Los personajes y unidades de los que hablo son prácticamente las miniaturas que tengo del ejército, el cual no están ni mucho menos completo pero que su trasfondo está creciendo al mismo ritmo que las miniaturas. Espero que más adelante podáis ver las miniaturas pintadas y su trasfondo expandido.



La Guardia del Templo
La guardia del templo es el ejército encargado de la protección de la ciudad y de sus templos. Nunca salen de la ciudad a no ser que el Slann también salga de ella. Y fuera de ella nunca abandonan al Slann. Son el ejército más importante de la ciudad y tremendamente poderosos y respetados. Es un ejercito formado por veteranos con siglos de experiencia a sus escamosas espaldas

Comandante: Tekeli-li, Saurio Viejaestirpe armado con la espada del reverenciado Tzunki y un escudo encantado, guardián eterno de la ciudad templo de Xuthal del crepúsculo y comandante de los ejércitos de la ciudad. Desove de Tzunki.

Héroe: Tenq-za, el portador del estandarte de Xuthal, segundo capitán de los ejércitos de la ciudad, el portador de la Imagen de la Serpiente Emplumada, favorecido por el Dios serpiente Sotek. Segundo desove de la guardia de la ciudad.

Los ejércitos de la Ciudad tienen una red de chamanes que mantienen contacto telepático entre ellos, los Slann y los Comandantes de los ejércitos. Estos Eslizones son los Altos sacerdotes de algún templo y sirven en batalla como magos de guerra apoyando a las tropas y enviando y recibiendo ordenes mediante su vínculo. También sirven como consejeros y estrategas en los consejos Saurios y su opinión suele ser escuchada y respetada por los Saurios.
Chamán: Zogar-Sag el blanco Alto chamán eslizón de la ciudad, el desovado gemelo, marcado por los dioses y la luna, Alto Chamán del Templo de Los Guardianes y Voz de los Slann.


Tropa: La Guardia salvaje, 10 Guardianes del templo armados con alabardas, capitán. Hace menos de 100 años que se desovó la Guardia y se dice que por eso aún mantien esa fogosidad de la vida. Sus miembros rechazan los escudos y se lanzan a la batalla con un salvajismo más propio de Kroxigores que de Saurios Guardianes. Su líder, Gorok es un saurio especialmente salvaje, el cual ha entrado en batalla más de una vez lanzando su alabarda tradicional y asestando golpes con una macana en cada mano o incluso con garras y dientes. (miniatura de plástico de 7a edición)

Tropa: Los Centinelas de la Eternidad, 10 Guardianes del templo armados con alabardas y escudos destinados a la protección de los Slann, Tenq-za es el Portaestandarte y capitán de esta Guardia. Estos 10 Saurios son la élite de la élite y son casi tan reverenciados como los Viejaestirpes que los comandan. Cada uno de estos Saurios podría ser un Saurio Viejaestirpe por derecho propio y entre las razas de Sangre caliente los relatos de estos guerreros sagrados se contarían de la misma forma que las historias de los héroes de la Antiguedad mítica. Ninguno de estos guerreros, por contra, proviene de la época anterior al Cataclismo de los Polos, en realidad cada uno de estos Saurios es el superviviente de cada uno los Desoves de Guardianes que han habido a lo largo del tiempo. Once desoves han habido posteriores a La Caída, y el guerrero más poderoso de cada uno de esos Desoves han acabado en Los Centinelas de la Eternidad. La Guardia salvaje es el duodécimo Desove y esperan que el siguiente miembro se gane su derecho con honor y gloria. (miniatura de metal de 6a edición)



El Lagarto del trueno
El Lagarto del Trueno es el grueso de los ejércitos de la ciudad y es el encargado de luchar las guerras de la ciudad de Xuthal.
Xuchotl Manodorada es el Saurio Viejaestirpe que los comanda y U-latek, el portador del Orbe es su segundo al mando. Xuchotl es un saurio que lucha con una alabarda de los Ancestrales en su mano derecha mientras que su brazo izquierdo fue arrancado por el cruel mordisco de una Gorgona y reemplazada por una de las legendarias manos de los Dioses, como la de Krok-gar, solo que la que porta Xuchotl es menos poderosa y es utilizada por el viejo saurio como un escudo.

Comandantes: Xuchotl Manodorada, saurio Viejaestirpe con alabarda y Mano de los Dioses (Escudo), Señor y capitán de los Xucholtíes.

Héroe: U-latek, Portador del Orbe, Saurio escamadura con arma a dos manos. Se dice que una vez derribó un Kroxigor de un placaje en un juego de pelota celebrado en honor de los Ancestrales.

Chamán: Tascetl, Chamán eslizón consejero de Xuchotl (sin miniatura).

Tropa: Los Impasibles Xucholtíes, 20 Guerreros saurios del desove de Tzacotl armados con lanza y escudo. Bendecidos por el poder del Impasible Tzacotl son fríos hasta para los estándares Saurios. Verlos luchar es como si un muro de escamas erizado de púas avanzar hacia ti con la paciencia y la inevitabilidad de un glaciar.

Tropa: Guardianes del Orbe, 20 Guerreros saurios con arma de mano y escudo. U-latek permite a sus Guardianes del Orbe, el salvajismo que de que el mismo hace gala en batalla. Es muy difícil para las razas jóvenes de sangre caliente identificar el sonido que emiten estos salvajes saurios a la carga. Decir que les hiela la sangre es un juego de palabras que haría que mas de un elfo levantara una ceja de desprecio pero lo cierto es que es un sonido gutural, extraño y cruel que no cesa en toda la batalla y que hace que las tropas menos disciplinadas huyan y que las que sí que mantienen la formación caigan bajo sus implacables macanas de obsidiana.

Una vez, un explorador que tenía amistad con los Hombres Lagarto preguntó a un eslizón qué significaba ese sonido. El eslizón después de pensarlo un poco dijo:
-No es exactamente eso, pero si tuviera que definirlo con una palabra para que lo entiendas, podría decir que lo que hacen es reír.


Bueno, y eso es más o menos los dos ejércitos de la Ciudad Templo principales y los únicos enteramente compuestos por Saurios. ¡Espero que os parezcan interesantes y dejad un comentario si os gusta!

jueves, 12 de octubre de 2017

Batalla en las montañas del Fin del Mundo

Tekeli-li olfateó el aire del bosque. No le gustaba este continente, era demasiado frío, demasiado montañoso y estaba lleno de sangres caliente. Los bosques tampoco eran como los de casa, estos eran viejos, tan viejos como la espesa jungla pero al contrario de la salvaje jungla que iba renovándose casi cada día este bosque arrastraba los años como un ancla por el fondo del mar.

Tekeli-li conducía a los Saurios por el espeso y salvaje bosque. Estaban en tierras de los enanos, a quienes el saurio conocía bien. A lo largo de su vida había tenido contacto con estos siervos de los Ancestrales y sabía que había entradas en el libro de los Agravios con su nombre desde hace cientos de años.

Esta vez, esperaba que la misión que tenían que cumplir pudiera ser realizada sin que su nombre volviera a aparecer en el Libro. Un clan enano vecino lo consideraba amigo y les había ayudado con recursos y provisiones pero ahora estaban en tierras enemigas y no quería llamar la atención.

Apoyó el arma y el escudo contra el árbol y sus guerreros relajaron la posición, llevaban todo el día marchando por el bosque y necesitaban descansar. Mientras las tropas descansaban, Tekeli-li se acercó a Techutlí, el capitán de los gélidos para debatir los informes de los jinetes de Terradón.

-Hay Enanos delante, parece que nos esperan.- dijo el capitán de los eslizones-Tienen un puesto defensivo y están las tropas desplegadas en el paso. El bosque es denso en los márgenes y un risco hace que el camino sea estrecho. No podremos desplegar el ejército cómodamente.

Con un gruñido despidió al informador y preparó a su ejército para la batalla.
  

Los saurios comenzaron a salir del espeso bosque bordeando el risco por el lado y formaron en el camino, junto al poderoso Estegadón, el cual salió de los bosques barritando de forma amenazadora. Los enanos aprestaron sus armas cuando vieron que desde los apretados árboles unas sinuosas formas crestadas y oscuras acechaban las tropas.


El rugir de los tambores no presagiaba nada bueno para los hijos de Grungni. El Señor de los Enanos tranquilizó a sus Martilladores y los animó a defender sus tierras.

Tekeli-li alzó su arma y los saurios se lanzaron a la carrera. El regimiento de Saurios que había llevado hasta esta parte del mundo era el de los Tzunkios, desovados por la mano de Tzunki y su estandarte llameante les daba rapidez y prisa por derramar la sangre enemiga. El enorme Estegadón corría junto a ellos. Tenían un objetivo y debían romper la línea enana de un solo y poderoso golpe porque no tenían ni los efectivos ni el tiempo para entablar una batalla prolongada.


Los jinetes de Gélido del poderoso Techutlí avanzarían rodeando el risco y cargando por los enanos que defendían la torre. La misión de los Terradones era la de atacar los flancos y apoyar las cargas de los Tzunkios y de Techutlí. Mientras tanto los eslizones se esconderían en la selva y dispararían a todo enano que vieran.


De entre los bosques en la retaguardia, surgió un ruido que no presagiaba nada bueno. Un girocóptero enano apareció detrás de las líneas eslizonas y las masacró lanzandoles un chorro de líquido inflamable. Los eslizones no pudieron reaccionar y fueron convertidos en una masa humeante fundida con la roca.

En el otro flanco, las jabalinas eslizonas no estaban haciendo nada contra la poderosa coraza enana. El aire de tiñó de gritos y juramentos pero el ruido que heló (aún más si cabe) la sangre a Tekeli-li fue el grito de ¡Fuego! de un enano y el destensar de una cuerda. Casi instintivamente alzó su mirada al cielo y vio la enorme roca que se acercaba a toda velocidad. No tuvo tiempo de gritar, la roca aplastó a varios saurios y los derribó en mitad del campo. La trampa enana estaba funcionando a la perfección. Tekeli-li maldijo su estupidez. Habían llegado hasta aquí. No podían retirarse, como fuera debían atravesar la línea.


Levantandose con rapidez gritó a los Tzunkios que lo siguieran. Los saurios, leales hasta el fin se levantaron y cargaron mientras recibían disparos del Girocóptero que había masacrado los eslizones contra los enanos que les esperaban con las armas levantadas.


La carga Sauria fue brutal, a pesar de los saurios muertos, los Tzunkios atacaron salvajemente con sus macanas de hueso y obsidiana. Tekeli-li mató en combate singular al capitán de los guerreros del clan y retó al portaestandarte del clan. Este, un guerrero consumado aceptó el duelo y enfrentaron hacha y macana con fiereza. Mientras tanto, los saurios luchaban y morían contra los poderosos enanos.

Los Jinetes de Techultí, por contra, estaban rodeando el risco para atacar por el flanco cuando frente a ellos apareció un regimiento de Martilladores enanos. El Señor del Clan los lideraba y previniéndose de un ataque por el flanco desprotegido había apostado allí a sus guerreros, los cuales sorprendieron a los Jinetes. Techutlí atravesó con su lanza todo enano que se ponía a su alcance, e incluso intentó atacar al Señor de los enanos, pero el capitán de los martilladores se interpuso en medio. Techutlí lo mató de un lanzazo y atacó al Señor Enano. La lanza no hizo nada en la bellamente forjada armadura de Gromril y el Señor enano sonrió al ver que sus Martilladores estaban martilleando totalmente a los Jinetes de gélido.



Los eslizones del Estegadón vieron la catapulta enana desde su plataforma e intentaron disparar a la masa de enanos que tenían delante para ayudar a los saurios cuando de repente, la tierra cedió bajo sus pies. Por poco pierden el control del gran reptil cuando de un agujero del suelo aparecieron una decena de enanos con picos y palas cargando contra el animal.


Tekeli-li se alejó de su contrincante. Agachó la cabeza en señal de respeto al enemigo vencedor, y lanzó un rugido que hizo que los saurios se replegaran junto a él. Los enanos no los persiguieron. Pasaron junto al Estegadón que había conseguido aplastar a los mineros que le atacaban y se replegaron a los bosques donde se encontraron con los eslizones supervivientes, los cuales habían sufrido muchas bajas por culpa de los disparos de los Atronadores sin que sus primitivas armas superaran las armaduras enanas.

Los jinetes de gélido habían muerto por manos de los Martilladores, solo quedaba Techutlí el cual miraba fijamente a la pequeña roca de metal que era el Señor de los enanos que gobernaba el clan. No había podido superar las defensas de esta mole de metro y medio y el martillo que empuñaba brillaba con el poder de las runas enanas.


Techutlí miró la huida de los Tzunkios supervivientes. Le debía respeto eterno a Tekeli-li, pues era el más anciano Saurio de Xuthal del Crepúsculo y el Guardián Eterno de los Slann de la Ciudad. Techutlí era más joven, mucho más joven y arrogante como sólo puede ser un Saurio que hacía pocos años que había cumplido la centuria. Herido en su orgullo y sintiendo como la decisión de Tekeli-li no era más que debilidad pensó que es normal que el Gran Plan fracasara, con estos comandantes débiles y sin fuerza. Maldijo a los enanos en voz bien alta y en su lengua sauria, sabiendo que las bestias inferiores de sangre caliente no lo entenderían y dio la vuelta a su gélido. Esperaba encontrar a Tekeli-li y enfrentarse a él por esta derrota tan desastrosa.






*Esta fue una batalla que jugué a 1.500 puntos siguiendo el reglamento de Warhammer Reforged, la batalla, Hombres Lagarto contra Enanos resultó en una victoria abrumadora por parte de los Enanos. La verdad es que fue la primera con ese reglamento y con ese ejército y hace mas de un año que no juego así que estaba oxidadísimo y cometí errores garrafales que no cuento aquí porque no es un informe de batalla.

Si tenéis dudas o queréis saber algo más o simplemente, os gusta lo que cuento o queréis informe de batalla también ¡Dejadlo en los comentarios!

lunes, 9 de octubre de 2017

Tekeli-li, Guardián de la eternidad de la ciudad de Xuthal del Crepúsculo

Tekeli-li es el comandante de los ejércitos de la ciudad templo de Xuthal del Crepúsculo, el saurio más viejo de toda la ciudad templo de Xuthal del Crepúsculo. Es uno de los pocos saurios superviviente hoy en día del cataclismo que afectó a los Polos del mundo y ha luchado milenios junto a los Slann de la ciudad.

Luchó salvajemente contra los demonios que asediaron Xuthal durante el cataclismo que afectó a los polos del mundo. Con su guardia luchó en las murallas durante días hasta que al fin el escudo mágico que las defendía cayó por la brutalidad del ataque. Una vez caídas las murallas, el gran saurio, junto a su guardia del templo luchó calle a calle de la ciudad, haciendo pagar con sangre demoníaca cada uno de los metros que el caos conquistaba hasta que se replegaron al Gran templo de la ciudad donde organizó la última defensa al pie de los sagrados Slann.



Los Slann estaban en la cima de la Gran Pirámide de Xuthal, cada uno recitando una parte del ritual con el Maestro en el centro. Cuando llegaron a la cima, las hordas de demonios se replegaron y por las escaleras subieron tres grandes Devoradores de almas. Los enormes monstruos blandían enormes hachas goteando sangre de saurio fresca. Tekeli-li dividió su guardia, una parte de la Guardia luchó contra uno de los demonios, la otra con el otro y Tekeli-li luchó mano a mano con el más grande que los capitaneaba. Una hora después, del centenar de saurios allí reunidos apenas quedaba una decena pero la Guardia cumplió con su deber y los dos demonios estaban muertos. Cuando Tekeli-li hundió su cimitarra en la carne disforme del demonio arrancándole su apestoso corazón, se giró para ver si los Slann habían sufrido daños.

La concentración reflejada en los rostros de batracio era enorme y parecía que estaban conteniendo las mareas del caos. Los demonios empezaban a desaparecer y a desvanecerse. Entonces vio que algo iba mal. Una sombra acechaba al Gran Mago Sacerdote, una sombra de ninguna parte. Un puñal y el Slann cayó al suelo gorgoteando. Tekeli-li vio un rostro en el centro de la sombra antes de desvanecerse, un rostro que juró no olvidar jamás hasta eliminar su mancha de la tierra.


La ciudad templo estaba en ruinas. La selva que era su hogar, corrupta y salvaje. Casi toda la guardia muerta y las tropas de los diferentes ejércitos diezmadas casi completamente. Los Slann se horrorizaron con la muerte del Maestro, pues era el único que había hablado con los Ancestrales, decidieron establecer un cónclave telepático con los Slann de las otras ciudades, que habían sufrido pérdidas similares o peores. Intentando rescatar la mente del Maestro, realizaron un ritual en el que rescatarían su mente antes de sumergirse en el vacío de la muerte.

Mientras tanto, Tekeli-li se encargaría de reconstruir la ciudad. Llamó a los artesanos eslizón, a los jardineros de la selva, a los chamanes y a los caciques eslizón. Montó una guardia del templo improvisada con las legiones de saurios que quedaban vivas y apenas durmió y comió hasta que la selva amada y la ciudad volviera a su esplendor anterior.



Los siguientes milenios, Tekeli-li ha cuidado de la ciudad templo con el cuidado de un jardinero que observa su jardín crecer. No le gusta salir de la selva pero lo cierto es que ha participado en casi todas las campañas que han establecido los Slann que se deben hacer por el mundo y en todas ellas ha luchado con la ira de los dioses caídos. Ha matado prácticamente un ejemplar de cada una de las especies que viven en el mundo y ha luchado en todos los continentes. Ha sufrido derrotas y ha obtenido victorias aunque todavía no ha caído en batalla. Su piel se ha blanqueado por el tiempo y sus escamas han obtenido el tacto de la roca. Utiliza pocos adornos, cosa poco habitual entre los Hombres Lagarto pero siglos de lucha han demostrado que, a la larga son más un engorro que otra cosa, lo único que porta hoy en día es un pequeño colgante que encontró en una de las campañas en las tierras del Imperio del hombre, este colgante tiene unas pequeñas runas que un chamán eslizón le dijo que eran obra de los sangre caliente más bajos. Estas se iluminan cuando Tekeli-li va a sufrir un ataque y le protegen del daño. Tekeli-li lo interpreta como un regalo de los Ancestrales que le ayudarán a cumplir la obra de los Ancestrales.

Perfil para Warhammer Reforged

Tekeli-li, Saurio Viejaestirpe: 245



M
HA
HP
F
R
H
I
A
L
Saurio Viejaestirpe
4
6
0
5 (6)
5
3
4
5
8

Tipo de tropa: Infantería (Personaje)

Equipo: Espada del reverenciado Tzunki (+65), escudo encantado (+5) y armadura ligera.

Desove: Tzuki (+5) El agua siempre ha sido un medio en el que Tekeli-li se ha encontrado a gusto, sus escamas verdosas evidencian el favor del Ancestral Tzunki, el cual se relaciona con el agua. Tekeli-li es uno de los pocos que han buceado en las oscuras aguas de la ciudad de Chupayotl. Allí habló con los nuevos habitantes de la ciudad. Recuperó algunos de los objetos de los Ancestrales perdidos tras el hundimiento de la ciudad, pero dice que hay muchísimos más allí bajo. Todavía no ha podido organizar una expedición en la que pudiera recuperar todo lo que se perdió.

Objetos mágicos:

-Espada del reverenciado Tzunki (Reliquia +65), Este es uno de los objetos recuperados en su expedición a Chupayotl, el arma fue encontrada entre los escombros de la Ciudad Templo. Esta espada vibra con los colores de Tzunki y fortalece los ataques de Tekeli-li. Por alguna extraña razón, solo el poderoso saurio siente la potencia del arma, cualquier otro que la empuñe solo la siente como un arma normal y corriente: Arma de mano, los impactos causados con esta espada se resuelven con un +1 a la F de su portador y no permiten tiradas de salvación por armadura.

-Talismán de protección: Este objeto fue regalado a Tekeli-li por su amistad con los Enanos de las Montañas del Fin del Mundo. En la largísima vida del saurio no todo ha sido guerra con los seres de sangre caliente y ha cosechado amistades a lo largo de los milenios. Estas relaciones han sido de todo tipo e incluso han habido juramentos de amistad eterna y regalos como este aún a pesar del carácter frío, distante y alienígena de los Saurios. Tirada de salvación especial (6+)

Reglas especiales: Sangre fría, Cruzar (elementos acuáticos), Piel escamosa (5+)