La galaxia tiene muchas regiones cuya densidad de planetas habitables es tan baja y las tormentas disformes tan comunes que hacen que resulte muy complicado la colonización y la conquista de ellos por parte del Imperio del Hombre. Por suerte, la humanidad es tenaz y se reproduce a un ritmo que muchas razas xenos querrían. Con gran esfuerzo y trabajo duro la humanidad ha podido salir victoriosa en estos sistemas extremos y colonizar planetas fundando nuevas colonias. Uno de estos sistemas hostiles para la vida humana se trata del Subsector Turia, situado en el norte de la Galaxia, en lo ahora conocido como Imperio Nihilus.
Lo cierto es que la humanidad ha
vivido allí muchísimos milenios y hay ruinas de construcciones tan complejas,
antiguas y a la vez tecnológicamente tan avanzadas que escapan a toda lógica y
por las que importantes tecnosacerdotes y arqueotecnólogos han mostrado gran
interés hasta que el descubrimiento de que la arquitectura humana y una
arquitectura xenos de origen desconocido se entremezclaban hizo que la
Inquisición clausurara todas las investigaciones y purgara con fuego parte de
esas ruinas.
Una característica curiosa de
Turia es que a pesar de su aislamiento tiene una capacidad de autoabastecerse
asombrosa. Cuenta con gran cantidad de planetas y al menos un planeta de cada
uno de los tipos de planeta que designa el Adeptus Administratum además de una
cantidad más que respetable de mundos salvajes y destruidos cuyas condiciones,
ya sea por la presencia de Xenos hostiles o la inclemencia de sus
características planetarias las hace inconquistables o ingobernables por parte
de los humanos. Este sistema de planetas tiene lo suficiente y necesario como
para considerarse una región del Imperio en paz a pesar de su lejanía a la
Sagrada Terra y a los Sectores Imperiales más importantes y pacíficos. Quizá se
deba a su aislamiento o a su bajo nivel de importancia estratégica que ha podido
evitar gran parte de los enemigos que asedian sin piedad el Imperio del Hombre.
Pero sin duda la característica
más relevante que muestra el subsector es que está protegido por una gigantesca
tormenta disforme de cientos de miles de kilómetros de diámetro, como una
esfera protectora que vista desde fuera a varios años luz de distancia parece
un huevo púrpura flotando en el espacio. Esta tormenta disforme, llamada el
Halo por los habitantes del subsector no ha cesado su actividad a lo largo de
millones de años pero no es totalmente impenetrable, la Luz del Astronomicón,
aunque débil es capaz de penetrar por algunas de las zonas menos densas y los
habitantes han aprendido a convivir con los cielos purpúreos, verdosos y
amarillentos. Curiosamente, la presencia demoníaca es débil y a pesar de que
muchos de los planetas están abandonados, perdidos a manos del Caos o de xenos,
la población Imperial ha conocido la paz durante largos siglos, como si
vivieran en una burbuja protectora.
Hasta la llegada de la Cicatrix
Maledictum y la vuelta de la Legio Devónica.
(Continuará)