domingo, 15 de abril de 2018

4.2. Astrohz el implacable (Altos elfos) VS Los Brutos de Gorgo (Ogros)

Las razas del Viejo Mundo sabían mucho de la guerra, pero de una forma salvaje, brutal y directa; no conocían las artes de la táctica en el modo en que Astrohz la había aprendido luchando en las tierras de Nagaryte, contra los Druchii. Durante varios días, su hueste había seguido al grupo de Ogros por las montañas, esperando el momento propicio de atacar. El buen general debe intentar vencer el combate antes de que se produzca la primera baja, pensó, y eso era lo que él había conseguido en aquel momento. La oscuridad del firmamento les ocultaba y la lluvia impedía que fuesen escuchados, si había algún momento idóneo para el ataque era ese. 

Cayeron sobre el enemigo desde las montañas, en un suspiro la caballería y la falange de lanceros había puesto en fuga al grueso de tropas ogras; convirtiendo la batalla en un auténtico caos donde los Altos Elfos mataban a placer. Sin embargo, mientras el príncipe alzaba su espada para gritar por la victoria, escuchó un sonido en la retaguardia de sus guerreros del cual ya le habían hablado. Giró sobre sus talones y cruzó entre las líneas de armaduras brillantes, dispuesto defender las vidas de los suyos una vez más. Frente a él, una Gargantúa enfurecida había hecho un círculo de muerte y sangre a su alrededor, pero no era nada el que veterano general élfico no pudiese enfrentar. La bestia le encaró e intentó agarrarlo, pero antes de que se diese cuenta el diminuto guerrero ya no se encontraba allí, sino que le hería con su espada clavándola una y otra vez allí donde ella parecía no poder alcanzarlo. La danza de Astrohz se prolongó durante unos segundos, cortando y apuñalando, arrancando sangre y aullidos de su enemigo. La lluvia caía y la escena era observada por un muro de escudos élficos, al resplandor intermitente de la tormenta. De repente, un sonido metálico y un grito sordo y el príncipe voló por los aires con la armadura abollada. De entre las filas Asur escapó un suspiro de miedo y desanimo; sin embargo, Astrohz se levantó con rapidez para recibir un segundo zarpazo, que rasgó su cota de láminas y lo volvió a lanzar a unos metros de distancia. Esta vez, el viejo guerrero tuvo tiempo de incorporarse, dolorido y ensangrentado, dispuesto a acabar con el depredador de las montañas. Cargó. Sus pies chapotearon en el barro con ligereza, porpulsándolo en un larguísimo salto que le puso a espaldas de la Gargantúa mientras su espada mágica describía un amplio arco mortal. Cuando rodó por el suelo la bestia yacía en el suelo decapitada, con los espasmos de su última sorpresa. Se volvió a incorporar y, sin hablar ni mostrar dolor, lideró de nuevo a sus lanceros. Aún había una batalla que ganar. 


Autor: Ximo

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